Meditación –

Tiempo meditar para nosotros los occidentales suele significar el acto de reflexionar sobre algo, en oriente esta práctica implica el tradicional y ancestral viaje del autoconocimiento. Es decir, el hombre se vuelve hacia sí mismo y trata de descubrir, en el centro de su ‘yo’, la razón de muchas de sus actitudes, sentimientos, acciones y palabras, cuando le gustaría alimentar emociones distintas a las que adopta en su vida diaria.

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LA meditación pasa necesariamente por la técnica de enfocar, de dirigir el foco de atención, por la movilización de la voluntad, hacia un cierto estado de conciencia, en el que la comprensión de uno mismo es accesible. Si bien su ejercicio está directamente ligado a la práctica de las religiones orientales, también puede ejercerse como recurso psíquico para lograr el crecimiento interior.

Históricamente, la meditación es un arte ancestral, que se remonta al origen del hombre. No se sabe con certeza de dónde proviene, pero sí es cierto que se ha extendido a diferentes pueblos y culturas, se ha conocido de diferentes formas en cada región del Planeta, ha alcanzado su apogeo en Egipto, India y entre los mayas. .

En la acelerada velocidad con la que la Humanidad vive su rutina, es difícil que las personas se preocupen por el universo interno de la mente, las ideas y sentimientos que allí se producen, y uno de los principales objetivos de la meditación es promover el encuentro del individuo con esta esfera aún desconocida para la psique humana, en busca de la fuente de energía inmanente a cada ser, que tiene un poder de transformación inimaginable.

La mente, aunque repleta de recursos preciosos y nebulosos, muchas veces se comporta de forma inmadura, generando el caos en el que vivimos inmersos. Es el conjunto de nuestros condicionamientos, hábitos, modelos de pensamiento, recuerdos y nuestro rostro racional. En medio de tanta confusión, es difícil percibir con claridad lo que sucede en nuestra esencia, la verdadera naturaleza del ser. A través de la meditación, es posible ver claramente nuestra sustancia última, sin las distorsiones causadas por la inquietud de la vida contemporánea. Para que podamos vernos a nosotros mismos como somos, y desde esta mirada, transformar lo necesario en nuestro mundo íntimo.

La expresión ‘meditación’ proviene del latín meditar, que tiene el sentido de ‘volverse hacia el centro’, es decir, de desconectarse de la esfera externa y concentrar la atención dentro del ser. En sánscrito se lo conoce como dhyana, porque se logra a través de ejercicios llamados dharana – concentración. En el idioma chino se transmuta en ch’anna, reducido a la forma Ch’an y Zen en el idioma japonés.

Quien esté dispuesto a meditar, necesita estar armado con mucha paciencia, disciplina y método. Se debe elegir un lugar tranquilo, aireado, cómodo, en el que sea posible posicionarse con la columna erguida y las piernas preferiblemente cruzadas. La ropa debe ser holgada y ofrecer comodidad a quienes la usan. Elegir una canción suave, un incienso suave, puede ser un buen punto de partida para lograr la relajación, pero no es obligatorio. Es bueno elegir un momento del día en el que esté más descansado, sin dormir, y comenzar gradualmente, durante unos diez minutos, configurando el despertador para marcar el final del día. meditación. También es ideal elegir un objeto o algo como, por ejemplo, respirar, para concentrarse y evitar la dispersión. Estos son solo algunos consejos prácticos, ya que hay varias formas diferentes de practicar la meditación, y todos deben buscar la que tenga más sentido para ellos.

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