Moretones: síntomas, tipos de hematomas, tratamientos

LA moretón se caracteriza por una lesión traumática ejercida en una región del cuerpo por un agente contundente en el que resiste la piel. Sin embargo, la estructura maltrecha no siempre presenta laceraciones en el ambiente externo, manteniendo así la continuidad de la estructura tisular donde sufrió la lesión. Generalmente asociado con traumatismos en tejidos como músculos, huesos y otras estructuras blandas del cuerpo. Los moretones pueden considerarse leves, moderados o graves. Cuando se trata de hematomas musculares, se puede decir que ocurren de dos maneras:

  • Traumatismo indirecto: consiste en una fuerza de tracción longitudinal sobre la estructura muscular, determinando la rotura de las fibras musculares. Las roturas se clasifican según el número de fibras rotas y pueden variar desde un grado mínimo (rotura muscular parcial) hasta un grado máximo (rotura muscular total). El mecanismo de lesión indirecta generalmente se observa cuando hay una contracción muscular repentina o abrupta cuando se encuentra alguna resistencia.
  • Traumatismo directo: el agente resistente llora directamente hacia la estructura muscular.

Independientemente de cómo pueda ocurrir el incendio, se pueden identificar algunas características del trauma sufrido. Son ellas:

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  • Petequias: tienen manchas rojas en la piel, con daño muy superficial a la estructura de la epidermis;
  • Equimosis: presenta infiltración sanguínea en la piel, con lesión superficial de capilares a nivel cutáneo y subcutáneo;
  • Hematoma: presenta una rotura de un vaso de mayor calibre, provocando que la sangre se acumule de forma más localizada.

Hematoma causado por un hematoma. Foto: Nadezhda Novikova / Shutterstock.com

Los moretones pueden ocurrir de tres tipos diferentes principales, a saber:

  • Contusiones de tejidos blandos: provocan la decoloración de la piel, evitando así que los vasos sanguíneos sangren debajo de la piel. Dado que la contusión es pequeña y no se encuentra en una región potencialmente peligrosa como la cabeza, no requiere ninguna forma específica de tratamiento.
  • Hematoma muscular: se produce debido a lesiones musculares, pudiendo presentar un nódulo notorio en la zona lesionada. En ese caso, pueden provocar calambres, rigidez y un dolor considerable en la región afectada.
  • Contusión ósea: considerada el tipo más grave, causa dolor severo y malestar extremo. Debido a la intensidad del dolor, el paciente puede experimentar inhibición del movimiento, así como cuando ocurren rupturas. Sin embargo, al realizar las pruebas de imagen, si bien se descarta la posibilidad de rotura o fractura, se entiende que la contusión ósea puede llegar a comprometer la funcionalidad y la movilidad de forma temporal.

Las lesiones musculares también se pueden clasificar en cuatro grados, y pueden variar según la cantidad de estructuras atacadas y la forma en que aparecen después de la lesión:

  • Grado I: lesión con rotura de pocas fibras musculares, manteniendo intacta la estructura de la fascia muscular;
  • Grado II: lesión con moderado número de fibras rotas, manteniendo intacta la fascia muscular estructurada;
  • Grado III: lesión de una gran cantidad de fibras musculares, acompañada de lesión parcial de la fascia muscular;
  • Grado IV: lesión completa de la estructura muscular y la fascia, rompiendo así la unión músculo-tendinosa;

Los síntomas que puede presentar el paciente pueden observarse poco después del trauma local, diferenciándose en algunos detalles de otras lesiones que pueden presentar síntomas similares, como dolor intenso, edema, rigidez, dificultad de movimiento, disminución de la fuerza, disminución de la movilidad articular y incluso pueden aparecer hematomas.

Los tratamientos para los hematomas suelen estar dirigidos a los abordajes fisioterapéuticos más convencionales, buscando promover la analgesia, la mejora de la funcionalidad, el estiramiento, el fortalecimiento muscular, el entrenamiento propioceptivo, la terapia manual, la liberación miofascial, entre otras técnicas. Sin embargo, se pueden asociar conductas conservadoras, como el uso de analgésicos y antiinflamatorios, sin embargo es necesario enfatizar que también se debe realizar un tratamiento preventivo, para que el paciente ya no esté expuesto a agentes que puedan ocasionar la lesión. de nuevo.

Bibliografía:

http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-36162011000300003

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