Muerte – Información de la escuela

LA muerte del cuerpo se relaciona convencionalmente con el fin de la existencia de un organismo, la extinción del funcionamiento de la vitalidad en este receptáculo físico. El cuerpo ya no reacciona a los estímulos externos, por lo tanto, se vuelve prescindible, el ser ya no necesita este revestimiento carnal.

Simbólicamente, la muerte se asocia a una figura portando una guadaña, un ángel que viene a buscar el alma humana, coloración negra, un túnel que tiene una luz intensa de fondo, entre otras imágenes alegóricas.

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Muerte física

Este acontecimiento, tan presente en la Naturaleza, en forma de renovación, de ciclos, de los días y noches que nacen y renacen, del principio y final de cada estación, de las etapas existenciales de cada ser vivo, afecta también a la Humanidad. Incluso hoy en día, es difícil para el hombre aceptar la muerte, lo que también refleja las dificultades para establecer el momento exacto de la muerte de una persona.

Algunos consideran fundamental conocer la hora exacta de este hecho, ya sea por motivos burocráticos, cómo cumplimentar debidamente el certificado de defunción, liberar el cuerpo más rápidamente, pero con la certeza de que realmente está muerto, así como encontrar al actitud correcta psicológicamente ante este evento. También es fundamental determinar con precisión este momento, en el caso de trasplantes de órganos, para que se pueda realizar de manera oportuna.

A lo largo de la historia, el momento de la muerte fue determinado según los avances científicos logrados por la Humanidad. Al principio, el cese de los latidos del corazón y la respiración fueron suficientes para detectar la presencia de la muerte. Sin embargo, con el tiempo, surgieron métodos cada vez más mejorados de resucitación cardiopulmonar y técnicas de desfibrilación, que revolucionaron el conocimiento que hasta entonces se había tenido sobre la muerte biológica.

Se concluyó que la percepción desarrollada hasta el momento era errónea, ya que tanto los latidos del corazón como la respiración podían regresar a la persona aparentemente muerta. Se adoptó entonces como criterio la llamada ‘muerte clínica’ o muerte encefálica, así como el paro cardíaco sin posibilidad de reversión, para establecer el momento de la muerte. Debido a estas incertidumbres, la mayoría de los hospitales requieren más de una ratificación médica para determinar si alguien morirá o no. También es posible que la muerte se produzca de forma paulatina, en distintos momentos, y por tanto sea una suma de esos momentos de desprendimiento corporal.

Encarando la muerte

El momento de la muerte ha sido debatido, a lo largo de la historia, por religiosos, científicos, personas diversas. En los primeros días de la humanidad, estos temas fueron relegados al dominio de la magia, el misticismo, lo sobrenatural. El hombre siempre se ha encontrado frente a lo desconocido, adoptando diferentes posturas ante él a lo largo del tiempo, según la época, el contexto, la cultura en cuestión. Ciertamente, pensar en esto lleva a la gente a plantear una serie de tesis. De hecho, todos temen lo que no saben y, a menudo, intentan ocultar este miedo de muchas formas diferentes, desde la negación hasta los recursos místicos.

Pensar en la muerte o experimentar su posibilidad, ya sea a nivel personal, o en el ámbito de personas muy cercanas, puede despertar las más variadas emociones, desde la confusión y el dolor, la ira y el dolor, hasta la calma y la tranquilidad, sentimientos que apelan a la razón, así como impulsos irracionales. Así, el cese de la existencia en el plano físico puede tener distintas repercusiones entre diferentes seres. Por lo general, sin embargo, es imposible no tener la sensación de separación irreversible, pérdida de contacto con el ser querido, que naturalmente provoca dolor, que incluso puede reflejarse en el organismo físico.

La muerte está indisolublemente ligada a la vida, por lo que la ocurrencia de una conduce en consecuencia a la meditación de la otra. Los pacientes terminales suelen reflexionar profundamente sobre sus existencias, intentando muchas veces, según el tiempo disponible y las condiciones orgánicas, concretar actitudes que hasta entonces permanecían dormidas, dormidas en el campo de las ideaciones. No todos tienen esta oportunidad, y se despiertan a las realizaciones de sus vidas cuando ya no hay posibilidad de actuar en la esfera material.

Ante la muerte, los hindúes encienden una pequeña bengala para guiar al espíritu que se desconecta del cuerpo, ofreciéndole un rincón donde puede permanecer un tiempo, hasta que sea capaz de seguir adelante. En este momento, la llama se sumerge en el mar, la señal necesaria para que el alma se desconecte y se vaya. Los pigmeos definitivamente no aceptan la muerte, porque siempre que un ser muere, su habitación es sacrificada sobre el cuerpo, todos se mudan a otro refugio, y la existencia de los muertos ya no se menciona.

En Jamaica hay una fiesta cuando alguien muere, más de nueve noches después de la muerte. Los mexicanos también celebran este pasaje, con la diferencia de que lo hacen en el Día de Muertos. Todo el país está adornado con calaveras y se preparan platos especiales para los muertos. Asimismo, cada cultura tiene su propia forma de afrontar y afrontar la muerte, así como cada persona ante este fenómeno.

Fuentes
http://en.wikipedia.org/wiki/Morte
http://gballone.sites.uol.com.br/voce/morte1.html
Cómo vivir para siempre – Sally Nicholls – Generación editorial – São Paulo – 231 pp.

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