Gran lienzo secular de Sandro Botticelli (circa 1484, Uffizi, Florencia).
Interpretada como un himno a la fertilidad universal, dando a luz a una nueva humanidad, la obra es típica del clima neoplatónico que reinaba en Florencia, en la corte de los Medici; vimos entonces en el mundo sensible el reflejo del mundo de las ideas. El refinamiento del pintor y su gusto por el color, como penetrado por una luz cristalina, son una apoteosis artística.