Niveles tróficos

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Niveles tróficos son la forma que utiliza la Ecología para organizar los organismos que componen una cadena alimenticia, en la que existe una transferencia de masa y energía entre individuos o poblaciones. Los componentes de estas cadenas se pueden dividir de manera simplista en tres grandes grupos: productores, consumidores y descomponedores.

El primer nivel trófico, que forma la base de las relaciones alimentarias en las comunidades y ecosistemas, está compuesto por productores primarios. Se trata de los denominados organismos autótrofos, es decir, capaces de sintetizar su propio alimento principalmente a través de la fotosíntesis. En diferentes ecosistemas globales, los principales productores primarios son las plantas, las algas y el fitoplancton. Se cree que los productores pueden convertir solo el 1% de la energía solar incidente en moléculas orgánicas a través de la fotosíntesis. En algunos lugares donde no hay luz, como en las porciones abisales del fondo del océano, este nivel trófico es ocupado por bacterias que producen su alimento a través de la energía obtenida en reacciones químicas (proceso conocido como quimiosíntesis).

El siguiente nivel trófico lo ocupan los consumidores primarios, organismos herbívoros que consumen materia orgánica de los productores para adquirir nutrientes y energía y mantener su metabolismo vital. Así, se definen como heterótrofos, ya que su fuente de nutrición tiene un origen exógeno (externo al propio organismo) y no son capaces de producirla. Los más variados grupos animales ocupan este nivel trófico, desde invertebrados como insectos, crustáceos y zooplancton, hasta vertebrados como mamíferos y aves.

A continuación tenemos a los consumidores secundarios, que son aquellos seres vivos que se alimentan de los consumidores primarios y obtienen su energía a través de la carnivoría. Depredan y comen consumidores primarios y, dependiendo de la complejidad de la cadena trófica, pueden servir de alimento a consumidores terciarios y así sucesivamente, hasta llegar al denominado depredador tope o consumidor, que difícilmente es depredado por otros organismos. De nuevo, varios grupos animales ocupan este nivel, formando verdaderas redes tróficas en las que un mismo organismo puede actuar como consumidor primario, secundario y terciario. Las comunidades en las que las relaciones tróficas son más complejas se consideran más diversas.

Finalmente, tenemos los descomponedores. Este nivel trófico, compuesto por bacterias y hongos, también se considera heterótrofo y es esencial en el ciclo de nutrientes dentro de la biosfera. Es gracias a la biodegradación por los descomponedores que la materia orgánica muerta en todos los demás niveles se descompone en sustancias simples que pueden ser reabsorbidas por los productores o permanecer disponibles en el suelo y el agua. El proceso de descomposición, a pesar de ser ayudado por carroñeros como buitres e insectos, ocurre microscópicamente por la acción de bacterias. Estos pueden realizar dos tipos de descomposición: aeróbica o anaeróbica (en presencia o ausencia de oxígeno, respectivamente). Ambos procesos dan como resultado la descomposición de macromoléculas orgánicas, como proteínas y carbohidratos, en moléculas simples como aminoácidos y monosacáridos.

Durante muchas décadas de observación y experimentación, los investigadores han llegado a la conclusión de que la eficiencia de la biomasa y la transferencia de energía entre los niveles tróficos es considerablemente baja, alcanzando (en promedio) una eficiencia del 10 %. Esto significa que solo el 10% de toda la energía disponible en un nivel trófico se convierte en biomasa en el siguiente nivel trófico. Esto se debe a que los organismos consumidores tienen una baja capacidad de absorción de materia orgánica (que varía entre los distintos grupos de animales) y hay muchas pérdidas de energía entre niveles en forma de calor (ya sea en la transpiración, el desempeño de las actividades motoras y metabólicas o en la respiración). Este valor se conoce en Ecología como la “Ley del 10%”. Esta baja tasa de eficiencia explica que las redes tróficas rara vez tengan más de cinco niveles, ya que los consumidores cuaternarios tienen que alimentarse de grandes cantidades de biomasa para obtener la energía necesaria para su supervivencia.

Referencias:

LeCraw, RM, Romero, GQ y Srivastava, DS, 2017. Cambios geográficos en los efectos del tamaño del hábitat en la estructura y descomposición trófica. Ecografía, 40(12), pp.1445-1454.

Lefcheck, JS, Byrnes, JE, Isbell, F., Gamfeldt, L., Griffin, JN, Eisenhauer, N., Hensel, MJ, Hector, A., Cardinale, BJ y Duffy, JE, 2015. La biodiversidad mejora la multifuncionalidad de los ecosistemas a través de niveles tróficos y hábitats. Comunicaciones de la naturaleza, 6, p.6936.

O’connor MI, Gonzalez A., Byrnes JE, Cardinale BJ, Duffy JE, Gamfeldt L., Griffin JN, Hooper D., Hungate BA, Paquette A. y Thompson PL, 2017. Una relación general entre biodiversidad y función está mediada por nivel trópico. Oikos, 126(1), pp.18-31.

El estudio de la comunidad biótica del ecosistema marino de una franja costera reveló el esquema que se establece a continuación.

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