El olor es uno de los cinco sentidos y es a través de él que se pueden percibir y distinguir los olores.

El órgano responsable del olfato varía según la especie. Mientras que los humanos usan sus narices para detectar olores, los insectos usan antenas.

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Extremadamente útil, el olor ayuda en la supervivencia de los animales, que pueden oler a su depredador para escapar. Para los humanos, el sentido del olfato puede prevenir accidentes cuando huelen una fuga de gas.

¿Cómo funciona el olfato?

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A diferencia de la visión, que puede percibir una serie de colores al mismo tiempo, el olfato es capaz de identificar solo un olor a la vez, incluso si es una combinación de varios olores.

Si conviven dos olores en un mismo lugar, prevalecerá el más intenso, y si ambos son intensos, la percepción del olfato alternará entre un olor y otro.

El proceso de percepción del olor ocurre cuando el aire que contiene las moléculas aromáticas pasa por las fosas nasales y entra en contacto con la mucosa olfativa (también conocida como mucosa amarilla).

Mucosa olfativa

La mucosa olfativa, o mucosa amarilla, se encuentra en la parte superior de la cavidad nasal y es rica en terminaciones nerviosas. Estas terminaciones tienen células olfativas que envían impulsos al cerebro para que sean interpretadas. El resultado de este proceso es la identificación de olores.

La mucosa amarilla es sensible al punto de ser estimulada para producir impulsos, incluso con una cantidad muy pequeña de moléculas aromáticas.

Sin embargo, cuanto mayor es la cantidad de estas moléculas en el aire, mayor es la cantidad de estímulos transmitidos al cerebro y, en consecuencia, mayor es la sensación / percepción del olor.

Esta sensación, incluso cuando es muy intensa, es rápidamente asimilada por el olfato. Es decir, se «acostumbra» al olor intenso después de un corto tiempo y comienza a sentirlo más levemente.

Mucosa roja

En la parte inferior de la cavidad nasal se ubica la mucosa roja, que recibe su nombre por estar compuesta por varios vasos sanguíneos.

Además, la mucosa roja también está formada por glándulas secretoras de moco, que a su vez son las encargadas de mantener la región húmeda.

Durante un resfriado, por ejemplo, estas glándulas producen un exceso de moco, lo que obstruye la nariz.

Relación entre olfato y gusto

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A pesar de estar el sentido relacionado con los olores, el olfato también es fundamental para el gusto.

Las papilas gustativas, ubicadas principalmente en la lengua y responsables de la percepción de los sabores, identifican los sabores, distinguiendo entre dulce, salado, amargo y ácido.

Los olores, a su vez, se identifican por los nervios que se ubican en la nariz. De esta forma, las sensaciones se transmiten al cerebro para que se puedan reconocer los sabores.

Solo algunos sabores más complejos, que mezclan ácido y dulce, por ejemplo, requieren tanto sabor como olor.

A menudo, los olores son esenciales para identificar diferentes sabores entre los mismos sabores. Es posible diferenciar, por ejemplo, el sabor de una manzana del de una pera, aunque ambos tienen un sabor dulce.

Cuando la capacidad olfativa no funciona correctamente, el paladar también se ve comprometido, haciéndonos sentir que lo que comemos es «insípido».

El olor de los animales

El sentido del olfato humano está mucho menos desarrollado que el olfato de los animales. Para que os hagáis una idea, en los humanos, las células olfativas cubren 10 cm.dos de la nariz, en perros 25 cmdos y tiburones 60 cmdos.

Mientras que una persona tiene alrededor de 20 millones de células sensoriales, cada una con 6 células sensoriales, un perro, por ejemplo, tiene más de 100 millones de células sensoriales, cada una con al menos 100 células sensoriales.

Para que un perro huela cierto olor, necesita alrededor de 200 mil moléculas de una sustancia por metro cúbico de aire. Para los humanos, por otro lado, se necesitan más de 500 millones de moléculas de esta sustancia por metro cúbico para que se sienta el olor.

Esto explica la capacidad de los animales para oler olores que los humanos no pueden percibir. Además, justifica el hecho de que huelen olores que se encuentran a kilómetros de distancia y que las personas solo pueden oler cuando están más cerca.

Enfermedades del olfato

El sentido del olfato puede presentar algunas alteraciones que afecten la sensibilidad y capacidad de percibir olores y olores.

Las enfermedades del olfato pueden interferir con el sabor de los aromas de bebidas y alimentos, o incluso con la identificación de sustancias químicas y gases que pueden tener graves consecuencias.

Esta sensibilidad puede ser causada por algún factor externo o estar relacionada con alguna alteración del organismo.

  • Anosmia: representa la pérdida total o parcial del olfato y afecta aproximadamente al 1% de la población mundial. Las personas con anosmia no pueden distinguir sabores específicos, solo reconocen ciertas sustancias.
  • Hiposmia: es la sensibilidad olfativa baja.
  • Hiperosmia: es la excesiva sensibilidad a los olores, que afecta principalmente a las mujeres embarazadas.

Esto es lo que puede causar que el sentido del olfato se distorsione:

  • Infecciones de los senos paranasales
  • Infecciones orales
  • Higiene bucal insuficiente
  • Daño del nervio olfatorio
  • Depresión

Algunas enfermedades específicas pueden influir en la percepción de olores y olores, comprometiendo el sentido del olfato. Son ellas:

  • Alzheimer
  • Enfermedades endocrinas
  • Desórdenes neurológicos
  • Trastornos nutricionales
  • Envenenamiento por plomo
  • Parkinson
  • Problemas respiratórios
  • Traqueotomía
  • Lesiones en la cara o la base del cráneo.
  • Tumores en la nariz o el cerebro.

Es importante señalar que las personas mayores tienen un sentido del olfato disminuido, ya que a partir de los 50 años la capacidad del olfato y el gusto comienza a disminuir gradualmente. Este cambio se justifica por el deterioro de los nervios responsables del olfato.

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