Prueba Charles Baudelaire (1860).
Una disculpa por la intoxicación provocada por el alcohol y las drogas, la obra se compone de dos partes: “El poema del hachís” y “Un comedor de opio”.
Basándose en su propia experiencia y en la lectura de Confessions of an Englishman Eating Opium (1822) de Thomas De Quincey, Baudelaire describe en detalle los efectos del vino, el opio y el hachís.
Gravado inmoralismo desde su publicación, la colección es, sin embargo, muy diversa: el discurso y la historia se alternan con teorías y aplicaciones, al ritmo de la prosa baudelaireana en un estilo clásico y a menudo humorístico. Las sustancias se analizan y comparan objetivamente y sus efectos se examinan de forma casi clínica.
Las observaciones van acompañadas de meditaciones: opiniones y sentimientos se funden. Según Baudelaire, las drogas son fascinantes, porque permiten a los hombres trascenderse para alcanzar el ideal al que aspiran. Le interesan las consecuencias beneficiosas del hachís en la creación literaria. El opio supera las fallas de la exaltación artística al establecer «orden supremo y armonía» en la actividad cerebral.
Sin embargo, Baudelaire permanece lúcido: su estudio también expone los efectos peligrosos y destructivos de las drogas (anulación de la voluntad, tortura de la adicción) y establece sus límites.