Percepción latina perceptio -onis –

(Latín perceptio, -onis)

Evento cognitivo en el que un estímulo o un objeto, presente en el entorno inmediato de un individuo, se le representa en su actividad psicológica interna, en principio de manera consciente; función psicológica que asegura estas percepciones.

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PSICOLOGÍA

La percepción es una función esencialmente cognitiva. Consiste en interpretar el entorno a partir de información de los sentidos. Esta información, que es específica de cada estimulación sensorial, es fragmentaria y estructurada: por ejemplo, notamos simultáneamente tres puntos y el triángulo que forman entre ellos. Nuestra percepción también está vinculada a una identificación de objetos.

Lo adquirido y lo «innato»

En cualquier proceso de percepción se encuentran dos operaciones simultáneas. Por un lado, la realización de agrupaciones y segregaciones perceptivas en función del estímulo, denominado antepasados (de ahí la percepción de los tres puntos). Por otro lado, la realización de agrupaciones y segregaciones en función de mecanismos automáticos, es decir de representaciones cognitivas previas, ya adquiridas, que servirán para orientar estas estructuras e interpretar estas representaciones (de ahí la identificación del triángulo). Nosotros los llamamos descendientes.

La automatización de muchos mecanismos de percepción adquiridos es muy similar a los mecanismos «precableados» (innatos), es decir, adquiridos antes del nacimiento. Es muy difícil distinguirlos: el debate entre quienes suponen una acción de procesos sensoriales sobre procesos cognitivos y quienes suponen una acción de procesos cognitivos sobre procesos sensoriales no está cerrado.

Las constantes del acto perceptivo

El sistema perceptivo del hombre no es inmutable en el tiempo; evoluciona desde la niñez hasta la edad adulta. Las formas visuales y auditivas se estructuran, en particular, en torno a una oposición fundamental que los gestaltistas han destacado: la oposición forma / fondo. Todas las percepciones están ligadas al espacio y este espacio se construye mediante una serie de integraciones que involucran la visión binocular, el movimiento de la cabeza y el cuerpo, el movimiento de los objetos.

Se establecen constantes: por ejemplo, el constante de magnitudes cuando se trata de una forma que se aleja y que, por tanto, se hace más pequeña, pero sin que se modifique la percepción de sus dimensiones, ni constante de formas cuando el objeto percibido es exactamente perpendicular, o más o menos inclinado respecto a la línea de los ojos, lo que modifica la imagen retiniana sin modificar la percepción que tenemos de él.

Numerosos experimentos han demostrado que hay un elemento estructural en la representación: esto se refleja en el hecho de que la cara no visible de un objeto no impide que se perciba como completo o incluso que la presentación con respecto a tres paralelogramos contiguos sugiere «con fuerza» un cubo (es el omnipresencia perceptiva).

La percepción del espacio

La percepción del espacio se produce mediante la integración de datos visuales, auditivos y propioceptivos. Solo los datos visuales son cuantificables (medidos en metros, por ejemplo), por lo tanto, se intelectualizan inmediatamente. Los otros datos permiten establecer, paso a paso, entre los objetos, relaciones espaciales. La percepción del espacio es posible porque los dos ojos dan cada uno una imagen óptica diferente y cuyo análisis por parte del sistema nervioso da como resultado una única imagen con profundidad (desaparición). El sistema auditivo funciona con un patrón similar.

El espacio de percepción visual es experimentalmente divisible en tres planos: 1 ° el plano medio aparente (lo que uno ve de frente); 2 ° el horizonte aparente (ubicación de los puntos que nos aparecen a igual distancia de la parte superior e inferior); 3 ° el plano frontal aparente (ubicación de los puntos percibidos por el sujeto igualmente distantes de él). Numerosos experimentos en psicología experimental permiten perfeccionar y concretar estos planes. La teoría psicogenética de Piaget (campo sensoritónico) sigue siendo hoy en día el enfoque más relevante para dar cuenta de la adquisición de la percepción del espacio por parte del niño y los modos de integración de las fuentes sensoriales que lo hacen efectivo.

Relaciones con el lenguaje

Otras representaciones tienen un carácter semántico más a menudo vinculado al lenguaje. Esto presupone una categorización de los objetos percibidos y su clasificación en clases funcionales. Por ejemplo, mirando una manzana, también percibimos que es una fruta, en principio destinada a ser consumida, etc. Esta categorización semántica es, por tanto, jerárquica.

Las relaciones semánticas de un conjunto de objetos, de una escena, están generalmente ligadas a un entorno sociocultural. Hacen que la percepción de tal o cual objeto en particular sea más o menos probable. En un vestuario, por ejemplo, no es automático que recordemos haber visto en un conjunto de ropa un abrigo tan inocuo. Esta situación, que es la regla general, explica la fragilidad de la evidencia visual.

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