Plantas leñosas – Biología

plantas leñosas tienen crecimiento secundario, xilema secundario o madera.

El crecimiento secundario promueve un aumento de la circunferencia en tallos y raíces. Este crecimiento ocurre en regiones que ya no tienen elongación y está presente en las gimnospermas en su conjunto y en la mayoría de las angiospermas, a excepción de las monocotiledóneas. Las plantas leñosas como árboles y arbustos pueden seguir aumentando de grosor a través del crecimiento secundario durante muchos años, mientras que las plantas herbáceas muestran poco o ningún crecimiento secundario. El crecimiento secundario se relaciona con la actividad de dos meristemas laterales: el intercambio vascular y el intercambio de corteza (felógeno). El felógeno o primer intercambio de corteza se origina, en la mayoría de los tallos, en una capa de células ubicada debajo de la epidermis. Phellogen produce flema (suber) en el exterior y felodermo en el interior. La mayoría de los peridermos están formados por células dispuestas de manera compacta y juegan un papel importante en el intercambio de gases a través del peridermo. Los elementos que componen el peridermo son: felógeno, suber y felodermo.

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Las maderas se clasifican en maderas blandas cuando proceden de coníferas y maderas duras cuando de angiospermas (magnólidos y eudicotiledóneas leñosas).

La estructura de la madera en las angiospermas es más variada que la de las coníferas debido a la variedad de tipos de células presentes en el sistema axial, tales como: elementos vasculares, traqueidas, fibras y células parenquimatosas. La madera de coníferas es estructuralmente más simple y consiste en: traqueidas y células parenquimatosas, algunas con conductos resinosos. Lo que distingue la madera de angiospermas de la madera de coníferas es la presencia de elementos de jarrón, con algunas excepciones.

Los radios de la madera de angiospermas son considerablemente mayores que los de la madera de coníferas porque varían de una a muchas celdas de ancho y de una a cientos de celdas de altura. Rayos anchos como los de la madera de roble rojo (Quercus rubra, Fagaceae) se puede ver a simple vista, además de tener numerosos rayos de una sola celda de ancho.

Alcornoque (Quercus suber), un ejemplo de planta leñosa. Foto: JoannaTkaczuk / Shutterstock.com

La mayoría de las monocotiledóneas no tienen crecimiento secundario. Algunas palmas tienen una apariencia leñosa y pueden desarrollar tallos gruesos solo con crecimiento primario. Estas plantas experimentan un tipo de crecimiento secundario llamado crecimiento secundario difuso, que ocurre en las partes más viejas del estípite, a una distancia considerable del ápice. En estas partes más antiguas, las células parenquimáticas del tejido fundamental continúan dividiéndose y expandiéndose durante un largo período, provocando un aumento en el tamaño de los espacios intercelulares. Una vez que se completa el crecimiento primario, se incorporan tejidos secundarios adicionales en las partes más viejas de la planta mediante la reactivación de los meristemos laterales.

Las plantas adquieren una gran estatura gracias a la capacidad de que sus raíces y sus tallos crezcan en espesor. Este crecimiento en espesor está relacionado con el crecimiento secundario. Gran parte del tejido producido por el xilema secundario es madera, que además de producir madera, conduce agua e iones minerales a las partes aéreas que se encuentran alejadas del tallo.

Las capas de crecimiento, o los llamados anillos de crecimiento, corresponden al aumento del crecimiento diametral anual y se denominan anillos anuales. Lo que permite distinguir las capas de crecimiento anual es la diferencia de densidad entre las capas de madera tardía y la madera inicial del incremento que las sigue.

La densidad de la madera es el indicador más importante de la resistencia de la madera y se utiliza para predecir características tales como: dureza, resistencia a aceptar clavos y facilidad de uso de la maquinaria. Las maderas densas se deforman y contraen más que las maderas ligeras a pesar de que las maderas densas ofrecen un mejor combustible. La densidad se expresa como masa por unidad de volumen (en libras por pie cúbico o gramos por centímetro cúbico). La densidad y la masa específica juntas son buenos indicadores de la calidad de la resistencia de la madera.

Referencias bibliográficas

Cuervo, PH; Eichhorn, SE; Evert, Biología Vegetal de RF. 8ª ed. Guanabara Koogan. Rio de Janeiro. 2014

Appezato-da-glory, B. y Carmello-Guerreiro, SM (Eds.) Anatomía vegetal. 3ª ed. Viçosa: Editora UFV, 2012.

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