Política de apaciguamiento después de la Primera Guerra Mundial – Historia

Una de las ideas defendidas por el nazismo fue la teoría del espacio vital, según la cual todos los pueblos de origen germánico debían estar unidos en un solo imperio, comandado por el Führer (líder), Hitler. Esta teoría, para los nazis, justificaba su expansionismo, pues entendían que era necesario aumentar el territorio alemán para lograr este objetivo.

En marzo de 1938, los nazis invadieron Austria y lograron anexionarla a su territorio. Las potencias europeas no hicieron nada ante esta acción expansionista de los alemanes, que volvían a ir en contra del Tratado de Versalles. Los Sudetes, una región montañosa industrializada en Checoslovaquia (ahora la República Checa y Eslovaquia), fue el próximo objetivo de Hitler. Una vez parte del Imperio Austro-Húngaro, la región quedó bajo el dominio checo después de la Primera Guerra Mundial. Allí vivían unos 3 millones de personas de origen germánico y de habla alemana.

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Como la mayor parte de Europa, el primer ministro del Reino Unido, Neville Chamberlain, quería evitar una nueva guerra en el continente y entendió que el reclamo alemán sobre el territorio checo era razonable. Además, Checoslovaquia se había creado tan solo 20 años antes, en 1918, también como resultado de la disolución del Imperio austrohúngaro al final de la Primera Guerra Mundial. No valía la pena, en opinión de las potencias europeas, sacrificar la paz en el continente por un país tan nuevo.

Hitler y Chamberlain se reunieron en Berchtesgaden, en los Alpes alemanes, y llegaron a un acuerdo sobre el destino de la región: pasaría a formar parte de Alemania. Luego le tocó al primer ministro británico convencer a los franceses de que esta era la mejor opción en nombre de la paz. Así, el 30 de septiembre de 1938, Chamberlain, Edouard Daladier, el primer ministro francés, Hitler y Mussolini se reunieron en Munich, Alemania, con el fin de firmar el acuerdo que se conoció como el Tratado de Munich, que formalizaba el acuerdo alemán sobre los Sudetes.

Las tropas alemanas entraron en los Sudetes al día siguiente, 1 de octubre de 1938. El gobierno checo se dio cuenta de que reaccionar ante el poder enemigo era inviable. El general Sirovy, el primer ministro checo, se vio obligado a aceptar el Tratado de Munich y, en un discurso por radio, dijo que fue el momento más trágico de su vida. En la Alemania nazi, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, celebró: “El prestigio alemán ha crecido, somos una potencia mundial de nuevo”.

Animado cuando regresó a Inglaterra después de la firma del acuerdo, ya que había jugado un papel importante en el mantenimiento de la paz, un año después, Chamberlain declaró la guerra a Alemania cuando invadió Polonia.

Referencias:

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