Pueblos indígenas brasileños – Historia

A Poblaciones indígenas brasileñas son los pueblos originarios del territorio brasileño, conocidos popularmente como indios. El nombre indio, utilizado para designar a estos pueblos originarios de América, es fruto del juicio erróneo de Cristóbal Colón, quien en 1492 creía haber llegado a las Indias y no a un nuevo continente. Aunque con origen en un error, la palabra se ha fortalecido en el imaginario occidental.

Al usar el término indio para referirse a todos los habitantes de la tierra recién descubierta de manera general, los portugueses no reconocieron ni caracterizaron las variaciones de etnias, culturas y grupos nativos. Se hizo una distinción entre Tupi y Tapuia. Tapuia aludió a diferentes grupos lingüísticos: Jâ, Karib, Arawak y otras familias lingüísticas más pequeñas. Los nativos de lengua tupí llamaban tapuais a quienes no hablaban su idioma. Sin embargo, incluso dentro del grupo lingüístico tupí –compuesto por varias etnias ubicadas en el interior y en la costa brasileña– había distinciones importantes como: tupiniquim, caeté, tupinambá, termiminó, potiguar, etc. Como no eran conscientes de estas divisiones, los portugueses utilizaron estos términos genéricos para identificar algunos grupos específicos como «naciones» que no correspondían a divisiones culturales y étnicas.

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Origen y naturaleza de los indios

El descubrimiento de América y su población causó un fuerte impacto entre los sabios del Renacimiento ya que no existía información en la tradición occidental sobre este continente o su población. Los debates sobre este tema han durado siglos. Se especuló que los indios procedían de las siete tribus perdidas de Israel, a veces de la Atlántida, Grecia, China, África.

En Brasil, los religiosos -principalmente los jesuitas- señalaron la humanidad de los indios y su inclinación a convertirse al cristianismo. Incluso se decía que los indios tenían una hoja de papel en blanco para escribir a voluntad. Este entusiasmo por la perspectiva misionera duró poco y en algunas fuentes de la época se revelan incertidumbres y dudas sobre la verdadera disposición de los indios a acoger la “verdadera fe”. De esta incertidumbre vino la explicación de que la imposibilidad de los indios de pronunciar las letras f, leídas se debía a la falta de fe, ley y rey. Lo que no entendían era que sí tenían fe. Sólo en sus ancestros míticos y en las fuerzas de la naturaleza. Que su ley estaba dada por la transmisión oral de las reglas de parentesco. Y que los grandes guerreros eran poderosos jefes.

Si, por un lado, los jesuitas alternaban entre la certeza de la posibilidad de conversión y las dudas sobre la certeza de la catequesis, los colonos, ante el canibalismo, la desnudez y algunas manifestaciones catalogadas como brujería, no dudaron en catalogarlas como bárbaros y salvajes. Si en verdad eran criaturas divinas, eran seres inferiores, esclavos naturales que deberían haber sido útiles en las empresas coloniales.

En ocasiones, la barbarie indígena fue explicada por los europeos a través de la naturaleza. Los indios eran entonces vistos casi como animales. Sin embargo, esta barbarie podría ser el resultado del demonio que sometió a los habitantes de América a una vida de penuria y sufrimiento. Por eso, sólo la intervención de la fe o la espada pondrían fin a ese dominio infernal. O la catequesis o la esclavitud.

Hay entonces tres posibles explicaciones para el origen y la naturaleza del indio

  1. cristiano potencial
  2. Bárbaro
  3. Demoníaco

En las dos primeras explicaciones se consideraba que los amerindios eran de la misma naturaleza que los europeos. A ellos les correspondería desempeñar el papel de revertir la degradación regenerando y salvando las almas que sufrían tormentos infernales. Esto justificaría la colonización y la catequización. Por eso los misioneros que llegaron a Brasil, principalmente los jesuitas, estaban a favor de la libertad de los indios para que se convirtieran. Los colonos, por otro lado, estaban a favor de esclavizar a los indios para que pudieran ser utilizados como mano de obra. Los jesuitas presionaron a la Corona para que prohibiera el cautiverio de los indios y en 1570 la “Ley de Libertad de los Gentiles” declaró libres a los indios, excluyendo a los sujetos de la “guerra justa” (quien presentara resistencia armada), sentando las bases de la el indianista político portugués.

A lo largo del siglo En el siglo XVIII, las explicaciones sobre la diversidad humana comenzaron a perder énfasis teológico y se hicieron más difusas, con esto la inserción del indio dentro de la estructura de esa sociedad no fue pensada sólo desde la perspectiva del cristianismo. Comenzó a pensar en el indio libre como alguien que debería encajar en el modelo europeo, tanto lingüística como religiosa y conductualmente. También deben participar activamente en la vida económica como trabajadores.

Es claro, entonces, que los indios pudieron conquistar la libertad de no ser esclavizados, pero no la libertad de permanecer fieles a sus tradiciones, pues debían seguir las reglas impuestas por otros. Un ejemplo de estas normas fue el proyecto civilizatorio contenido en el Directorio de indios (1757), que pretendía implementar la cultura del pueblo conquistador como normas a ser copiadas por todos los indios.

Este proyecto de inserción indígena se prolongó durante toda la segunda mitad del siglo XVIII, pero los resultados fueron desastrosos, siendo muchos los indígenas exterminados por el hambre y diversas epidemias. Estas epidemias y enfermedades contagiosas se extendieron de manera devastadora porque no había resistencia inmunológica entre ellas. Con la muerte de muchos indios y la creciente necesidad de manos para la mano de obra, la búsqueda de otros indios para reemplazar a los que morían comenzó a ser cada vez más frecuente. Las llamadas expediciones pioneras en los sertões (entre los siglos XVI y XVIII) se realizaron con el objetivo de encarcelar a los indios.

Es importante recalcar, sin embargo, que el sertanismo tuvo mucho éxito gracias a las alianzas entre los sertanistas y los indígenas, y no solo los colonos tenían algún tipo de ventaja. Muchos líderes indígenas buscaron aliarse con los portugueses para ganar mayor prestigio y potencia de fuego en las expediciones de captura de enemigos emprendidas contra grupos rivales. Además, de la unión entre portuguesas e indias nacieron los mamelucos, hijos mestizos, dando origen a la “nobleza de la tierra”. Muchos de estos hijos aprovecharon la unión de las raíces nativas con las habilidades lingüísticas adquiridas, para convertirse en sertanistas especializados, alimentando así la creciente demanda de esclavos. Hay una diferenciación entre los “negros de la tierra” y los “negros de Guinea”, como se llamaba a los esclavos africanos que llegaban a Brasil.

Las expediciones se hicieron más frecuentes a principios del siglo XVII con el objetivo explícito de abastecer las propiedades rurales con mano de obra indígena. El movimiento alcanzó su apogeo entre las décadas de 1620 y 1630 en banderas bajo el mando de Manuel Preto, Antônio Raposo Tavares, André Fernandes y Fernão Dias Paes. Estas expediciones fueron responsables de la destrucción de las reducciones jesuitas en Guairá (actual Paraná), daños en las misiones de Tape (Rio Grande do Sul) y fueron responsables de un nuevo momento de tensión entre la Corona, los jesuitas y los paulistas. En las Misiones de Tape, armados por los jesuitas, los indios derrotaron dos grandes expediciones para capturar: la de Caaçapaguaçu (1638) y la de Mboboré (1641)

Hubo varios conflictos que involucraron a los indios que marcaron la época colonial.

Guerra de los Tapuias o Bárbaros (1683-1713)

Algunos pueblos indígenas eran aliados de los que invadieron Brasil en la época del “Brasil holandés” en Pernambuco. Con la expulsión de los holandeses, las fuerzas metropolitanas se volvieron contra los indios. Varios intentos del gobierno portugués de acabar con los Janduís fracasaron porque los soldados no conocían los bosques donde se escondían los indios. Para acabar con el conflicto, la Corona contrató a varias bandeiras, lo que supuso la extinción casi total de los janduis en 1713.

El Tratado de Madrid tenía como objetivo redefinir las fronteras entre las tierras portuguesas y españolas en América. Portugal gana la región conocida como Sete Povos das Missões (São Luís Gonzaga, São Miguel, São João Batista, Santo Ângelo, São Borja, São Lourenço y São Nicolau). La Compañía de Jesús, que administraba la región, no estuvo de acuerdo con la entrega de los territorios a los portugueses y armó a los indios (en su mayoría guaraníes) para resistir la ocupación. La mayoría de los 30.000 indios que habitaban la región murieron en conflicto con los colonos portugueses. Al final, los portugueses reafirmaron su dominio.

Finalmente, es importante resaltar que las tribus indígenas brasileñas no tuvieron su papel limitado como víctimas pasivas de los colonizadores ni la pizarra en blanco de los misioneros. Al contrario, fueron participantes activos de un proceso histórico que nunca fue generoso con ellos. En el Brasil contemporáneo existen varios movimientos indígenas conscientes de sus derechos, de sus pérdidas históricas y exigiendo no sólo su derecho a mantener su cultura y estilo de vida, sino también a poder permanecer en los lugares donde habitan, haciendo la demarcación de las tierras indígenas una agenda controvertida y debatida. Si en la época del descubrimiento y la colonización las banderas indígenas les quitaron la libertad a los indios, la lucha de estos pueblos continúa hasta el día de hoy. En otras palabras, pero aún resistiendo.

Bibliografía:

Vainfas, Ronaldo (organizador). Diccionario del Brasil colonial (1500-1808) / Rio de Janeiro: Objetiva, 2001.

Historia de Brasil para los Ocupados. Organización: Luciano Figueiredo. Casa de la Palabra, 2013.

Historia: volumen único / Ronaldo Vainfas… [et al.]. – São Paulo: Saraiva, 2010

Koshiba, Luiz, 1945 – Historia de Brasil/ Luiz Koshiba, Denise Manzi Frayse Pereira – &. ed. Ver y actual – São Paulo: actual, 1996

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