Revolución Alemana de 1918-1919

LA revolución alemana de 1918-1919 (Alemán: Novemberrevolution) un conflicto civil y políticamente inspirado en Alemania al final de la Primera Guerra Mundial. El movimiento duró desde noviembre de 1918 hasta el establecimiento formal de la República de Weimar en agosto de 1919, y terminó pacíficamente.

El 28 de octubre de 1918, justo antes del final de la guerra, los almirantes Franz von Hipper y Reinhardt Scheer planearon enviar su flota a una última batalla contra la armada británica en el Canal de la Mancha. Los marineros con base en Wilhelmshaven se niegan a abordar sus barcos. Al día siguiente sucede lo mismo en Kiel, cuando los marineros también se niegan a obedecer las órdenes. Este es el punto de partida de la revolución.

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El 6 de noviembre, el movimiento se había extendido al frente occidental y a todas las principales ciudades y puertos de Alemania. El día 7, Kurt Eisner, líder del Partido Socialista Independiente, funda la República Soviética de Baviera y el rey local, Ludwig III, abdica. Dos días después el Kaiser Wilhelm II sigue los pasos de su colega bávaro y también abdica del trono del Reich, seguido de su Canciller Max von Baden, cuya última tarea en el ejercicio del poder será entregar el poder a Friedrich Ebert, líder del Partido Socialdemócrata, que resultó en la práctica en la extinción del Imperio Alemán y la instalación de la República de Weimar (oficialmente, el país aún mantendría el nombre de Deutsches Reich, o «Reino Alemán», a pesar de estar constituido ahora como república; el nombre «República de Weimar» es en realidad un término acuñado por los historiadores para referirse al estado que surgió después de la Primera Guerra Mundial, ya que en esa ciudad se formó la asamblea constituyente de la primera república alemana).

Todos estos cambios dramáticos ocurridos en pocos días se explican obviamente por la derrota en la guerra, que trajo consigo una enorme recesión económica, pérdidas financieras, destrucción de buena parte de la infraestructura del país, lo que también afecta drásticamente la oferta de empleo y distribución de bienes de primera necesidad, todo ello sin mencionar las duras condiciones impuestas al país al firmar el Tratado de Versalles, documento que formalizó su rendición a los aliados. Alemania se sumió en el caos político y social.

Pronto, los motines de los marineros dieron fuerza a los militantes comunistas, con énfasis en Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo (Rosalia Luxemburg), fundadores, con otros militantes, de la Liga Espartaquista en 1915, núcleo del Partido Comunista Alemán (KPD), que surgiría en 1918. Estos radicales, disidentes del Partido Socialdemócrata, tenían en mente derrocar la república e instalar un régimen similar al inaugurado en Rusia. Aprovechando un levantamiento popular que se inició en enero de 1919, los comunistas, incluidos Liebknecht y Luxemburgo, iniciaron el Alzamiento Espartaquista, que terminó reprimido y sus líderes asesinados o ejecutados sumariamente.

Los socialdemócratas consiguen establecer un arreglo entre la derecha conservadora y la izquierda en su mayoría, e instalar una asamblea nacional en el mismo año, oficializando la república, sofocando otros focos de revuelta como los de Baviera e iniciando la República de Weimar.

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