Sin aliento –

Comedia dramática de Jean-Luc Godard, con Jean-Paul Belmondo (Michel Poiccard / Laszlo Kovacs), Jean Seberg (Patricia Franchini), Van Doude (el periodista estadounidense), Daniel Boulanger (Inspector Vital), Henri-Jacques Huet (Antonio Berruti) ), Jean-Pierre Melville (Parvulesco), Roger Hanin (Carl Zombach).

  • Guión: Jean-Luc Godard, François Truffaut
  • Fotografía: Raoul Coutard
  • Música : Solal marcial
  • Ensamblaje: Cecile Decugis
  • Producción: Georges de Beauregard
  • País : Francia
  • Fecha de lanzamiento : 1960
  • Su : en blanco y negro
  • Duración : 1 h 30
  • Premio : Premio Jean-Vigo 1960; Premio al mejor director, Berlín 1960

Abstracto

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Cerca de Marsella, un ladrón de autos mata a un motociclista de la policía, luego en París se une a un estadounidense del que dice estar enamorado. Ella lo reportará a la policía.

Observación

La evidencia

Al contrario de lo que se escribió rápidamente, Jadeante no inventar. Solo nos recuerda, enfatizándolo, que el cine es a veces una idea en movimiento, después de Griffith, por la forma de dirigirse a los rostros de las mujeres, y Rossellini, por la mirada general, engañosamente despeinada.

A finales de la década de 1950, además de Melville (Bob le Flambeur), Franju (Cabeza contra las paredes) y Bresson (Carterista), ¿quién conocía la realidad, quién maltrataba la supuesta lógica narrativa? Casi nadie, y el cine francés se hundía poco a poco.

Sin embargo, de esta película, rodada en menos de un mes (la Cartuja de Parma fue escrito en cuarenta y siete días), entre el sur y el norte, y dedicado a Monogram Pictures, ni Melville, que hace el papel de Parvulesco («Vuélvete inmortal y luego muere»), ni Franju, para el marco, ni Bresson, para el ritmo, no faltan.

Más por artimaña que por cálculo, Godard convoca, para este primer largometraje, a todos estos maestros, combina todas las influencias, incluidas las estadounidenses, para traicionarlos a todos. En verdad, Jadeante, como la termita de la fábula, devora y aniquila lo que muestra. Incluso los actores no saldrán intactos. Jean Seberg irá a la muerte, y Belmondo, pese al inicio de Pierrot le Fou, optará por no ser mucho.

A su manera, Godard declara la guerra al universo sensible. Al mismo tiempo, toda una generación, alimentada por los extremos, comienza su ascenso al cielo. Normal mientras que entonces el cine de Godard siente algo. Pegado al presente, ya no podrá desprenderse de él, y acabará confundiendo apariencia con ser.

Dentro Jadeante, los dos coinciden. Y esta es su fuerza esencial. La mañana siempre nace de la noche. La clave es pararse frente al espejo, y no esquivar el reflejo vislumbrado, aunque signifique romperlo, si es necesario. El punto es querer estar en la eternidad en el mismo momento en que la cámara registra lo fortuito. Y el azaroso.

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