Síndrome de rubéola congénita –

La rubéola, también llamada sarampión alemán, consiste en una enfermedad viral infecciosa y contagiosa, cuyo agente etiológico es un torgavirus, perteneciente al género Rubivirus. La transmisión de este virus suele ocurrir cuando existe un contacto físico cercano con la persona infectada. Sin embargo, cuando la mujer se infecta durante el período gestacional, existe un alto riesgo de infección fetal, lo que resulta en el conocido síndrome de rubéola congénita, que puede provocar un aborto espontáneo, muerte fetal o anomalías congénitas.

La transmisión de la madre al feto se produce a través de la placenta (vía transplacentaria), después de la viremia materna.

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Los bebés que nacen con síndrome de rubéola congénita pueden eliminar el virus de la rubéola junto con sus secreciones y excreciones durante mucho tiempo. Dentro del primer mes de vida, el virus se puede ver en el 80% de los recién nacidos, del primero al cuarto mes en el 62%, del quinto al octavo en el 33%, entre los nueve y doce meses en el 11% y en el segundo año de vida, solo el 3% de los niños.

Aunque la infección por el virus de la rubéola en la fase intrauterina puede resultar en el nacimiento de bebés sin anomalías congénitas, puede causar aborto espontáneo, muerte fetal o incluso el nacimiento de bebés con anomalías simples o combinadas.

Las principales manifestaciones clínicas incluyen:

  • Problemas oculares, como cataratas, glaucoma, microftalmia y retinopatía;
  • Enfermedad cardíaca congénita, que incluye conducto arterioso persistente, estenosis aórtica y estenosis pulmonar;
  • Sordera;
  • Microcefalia;
  • Retraso mental.

Otras manifestaciones clínicas que también pueden estar presentes, pero son transitorias, incluyen:

  • Hepatoesplenomegalia;
  • Hepatitis;
  • Ictericia,
  • Anemia hemolítica;
  • Púrpura trombocitopénica;
  • Adenopatía;
  • Meningoencefalitis;
  • Miocarditis;
  • Osteopatía de huesos largos;
  • Erupción crónica.

El bajo peso al nacer y la prematuridad también están relacionados con el síndrome de rubéola congénita.

El diagnóstico se alcanza a través de la revelación de anticuerpos IgM específicos de rubéola en la sangre del recién nacido, señalando que este último fue infectado en la vida intrauterina, ya que los anticuerpos IgM de la gestante no logran atravesar la placenta. Si el análisis de sangre muestra la presencia del anticuerpo IgM, torunda nasofaríngeo para identificar el genotipo viral.

Hasta la fecha, no existe un tratamiento antivírico eficaz. Éste, a su vez, se centra en las malformaciones congénitas y las discapacidades.

Cuanto antes se establezca el diagnóstico, así como los procedimientos de intervención, mejor será el pronóstico del paciente.

La vacunación es la única forma de prevenir la rubéola. La primera dosis de la vacuna debe administrarse a los 12 meses de edad, mientras que el refuerzo debe administrarse entre los 4 y los 6 años de edad. Si la mujer llega a la edad fértil sin haber sido vacunada previamente, debe recibir una dosis de la vacuna triple viral.

Fuentes:
http://portal.saude.gov.br/portal/saude/profissional/area.cfm?id_area=1574
http://portal.saude.gov.br/portal/arquivos/pdf/gve_7ed_web_atual_src.pdf
http://www.ahimsa.org.br/centro_de_recursos/projeto_horizonte/SINDROME_DE_RUBEOLA_CONGENITA.pdf

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