Solsticio y Equinoccio – Astronomía

Debido al movimiento de la Tierra en el curso de su órbita, un observador terrestre ve, durante el año, al Sol moviéndose a lo largo de una línea en el cielo que pasa por todas las constelaciones zodiacales. Tal línea se llama eclíptica y representa nada más que el plano orbital de nuestro planeta que se cruza con la esfera celeste. Una intersección similar, esta vez entre la esfera celeste y el plano que divide al planeta por la mitad, da como resultado otra línea imaginaria en el cielo, llamada ecuador celeste, que no es paralela a la eclíptica. El no paralelismo de tales líneas denota que el plano orbital de la Tierra no coincide con el plano que la divide por la mitad, por lo que nuestro planeta se mueve alrededor del Sol con su eje de rotación inclinado con respecto a la órbita – oblicuidad representada por una ángulo de 23,5° entre la eclíptica y el ecuador celeste.

La inclinación del eje de rotación de la Tierra hace que la incidencia de los rayos del sol en los hemisferios sur y norte se distribuya de manera desigual en el curso de una traslación. Dado que la orientación del eje de rotación es fija, la parte de la superficie de la Tierra que mira hacia el Sol cambia gradualmente entre los hemisferios a medida que el planeta recorre su órbita. A veces la región sur de la superficie está sujeta a una mayor insolación, a veces la región norte.

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A pesar de la naturaleza gradual de la alternancia, hay cuatro posiciones orbitales del planeta que son notables para la transición. En dos puntos de la órbita, los rayos del sol inciden por igual en ambos hemisferios, mientras que hay otros dos puntos en los que cada hemisferio, respectivamente, alcanza la máxima insolación. Son los llamados solsticios y equinoccios, eventos astronómicos que delimitan las estaciones.

Ilustración de Solsticios y Equinoccios en el Hemisferio Sur. Ilustración: SCI Jinks/JPL/NASA.

El solsticio (del latín solsticio, “sun stop”) se caracteriza por la máxima incidencia de la luz solar en un hemisferio dado – donde se denomina solsticio de verano – y, en consecuencia, por la mínima incidencia en el otro – donde se denomina solsticio de invierno. Alrededor del 21 de diciembre se produce el solsticio de verano en el hemisferio sur y el solsticio de invierno en el norte. En ese día, debido a la oblicuidad del eje de rotación de la Tierra, los rayos del sol caen perpendicularmente sobre el trópico de Capricornio, paralelo ubicado a 23,5° al sur del ecuador terrestre. La insolación en el hemisferio sur es máxima y el día tiene la mayor duración del año. Seis meses después, alrededor del 21 de junio, la situación se invierte: los rayos del sol caen perpendicularmente sobre el trópico de cáncer, a 23,5° al norte del ecuador, y el hemisferio sur pasa por el solsticio de invierno, fecha en la noche más larga del año. .

A mitad de camino entre dos solsticios, la Tierra alcanza un punto en su órbita donde los rayos del sol caen perpendicularmente sobre el ecuador, distribuidos uniformemente entre los hemisferios. Entonces ocurre un equinoccio, una palabra del término latino aequinoctium, “noche igual”, en alusión a la igualdad de duración de los períodos de día y noche en todo el mundo. Los equinoccios ocurren alrededor del 23 de marzo, equinoccio de otoño en el hemisferio sur y equinoccio de primavera en el hemisferio norte, y alrededor del 23 de septiembre, equinoccio de primavera en el hemisferio sur y equinoccio de otoño en el hemisferio norte.

Referencias:

KEPLER, SO; SARAIVA, MFO Astronomía y Astrofísica. São Paulo: Editora Livraria da Física, 2014. p. 43-46.

MILONE, AC et al. Introducción a la Astronomía y la Astrofísica. São José dos Campos: INPE, 2003. p. 29-32.

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