Written by Desde 1800, con el descubrimiento de la batería eléctrica por Alessandro Volta, el estudio de la corriente eléctrica (electrodinámica) se ha desarrollado rápidamente, con énfasis en las experiencias de Oersted, François Arago y principalmente Faraday, quienes demostraron que un imán, moviéndose en las cercanías de un conductor, produce una corriente eléctrica, un principio en el que se basan todos los generadores eléctricos modernos.
Inicialmente, no se creía en el movimiento de las máquinas, ni en el suministro de calor. El incentivo para el desarrollo de generadores fue la necesidad de encender lámparas eléctricas, resolviendo el problema de la iluminación. Zénophe Théophile Gramme perfecciona el generador eléctrico y Paul Jablochkoff crea la llamada «vela eléctrica», una lámpara de arco automático, un antepasado de la lámpara actual. Alrededor de 1870, las grandes ciudades europeas ya contaban con alumbrado público eléctrico, especialmente en grandes almacenes, fábricas y lugares públicos, pero aún eran ineficaces en el uso residencial, ya que eran ruidosos y llenos de humo.
Con la introducción de la lámpara de filamento incandescente, acompañada de la mejora de las bombas de vacío (el funcionamiento de las lámparas depende del vacío dentro de la bombilla), se produce una mejora en la calidad y durabilidad de las lámparas. Con eso comienza la verdadera revolución en la distribución de energía eléctrica.
En 1882, Thomas Edison establece las primeras empresas comerciales de luz eléctrica en los Estados Unidos e Inglaterra. Al año siguiente, buscando evitar cualquier problema legal relacionado con sus patentes, Edison une fuerzas con Joseph Wilson Swan, quien desarrolló y patentó un proceso para exprimir nitrocelulosa a través de orificios y formar fibras conductoras. Así, se creó Edison y Swan United Electric Light Company, comúnmente conocida como «Ediswan». En la inauguración de la primera planta norteamericana, suministró solo 2323 bombillas incandescentes. Ya en 1888, había alrededor de 250.000 bombillas en los Estados Unidos; Londres, a finales del siglo XIX, ya contaba con 2,5 millones de bombillas. La primera central eléctrica de Londres presenta la idea de producir electricidad de alto voltaje y usar transformadores para reducirla localmente. Sus dínamos medían unos 14 metros de diámetro.
En las fábricas, la electricidad no solo estaba destinada a proporcionar iluminación, sino que también era responsable de la fuerza motriz, ya que los motores eléctricos reemplazaron gradualmente a las viejas máquinas de vapor. Hoy en día, el suministro de energía eléctrica va mucho más allá de la simple iluminación, al servicio del funcionamiento de ordenadores, electrodomésticos, etc. La energía eléctrica se ha convertido en un bien indispensable, distribuido entre los rincones más recónditos del planeta, y que también es responsable de impulsar los procesos sociales y económicos actuales.
Bibliografía:
Breve historia de las invenciones. São Paulo: Abril SA Cultural e Industrial, 1976.
