Taylorismo: que es, características y resumen

El Taylorismo, también conocido como Administración científica, fue desarrollado por el estadounidense Frederick Winslow Taylor (1856-1915), a finales del siglo XIX y principios del XX.

La Gestión Científica se desarrolló en medio de un proceso de transformación generado por la Segunda Revolución Industrial, en el que el acero reemplazó al hierro y la electricidad y el petróleo se utilizaron en lugar del vapor.

¿Eres estudiante, profesor o academia?

DATE DE ALTA EN NUESTRA RED SOCIAL!, Grupos de estudio, apuntes, escribe en tu propio blog, añadir tu academia o dar clases particulares y Aprende!!!.

Abrir un perfil

Un ingeniero mecánico, Taylor, también conocido como el «Padre de la Gestión Científica», construyó su carrera trabajando en importantes empresas como: Midvale Steel Company, Bethlehem Steel Company y Cramps Shipbuilding Company. Ha escrito cinco libros, entre ellos: Principles of Scientific Management y Factory Management que le permitieron ser parte del roster de personas, especialmente ingenieros, que contribuyeron al pensamiento administrativo.

La Gestión Científica se basa en cuatro principios básicos:

  • 1er Principio: El estudio, por parte de la dirección, de las tareas (Estudio de tiempos y movimientos). Esto se debe hacer para elevar el conocimiento que está en la mente de los trabajadores, registrarlo, medirlo, simplificarlo y reducirlo al mínimo, observando así la mejor forma de realizar la tarea. A continuación, se crean reglas y leyes que volverán a los trabajadores que las ponen en práctica.
  • 2º Principio: La dirección debe realizar una selección científica de los trabajadores con el fin de elegir a la persona más idónea para realizar una tarea y cuidar de su desarrollo continuo.
  • 3er Principio: es el momento en que las leyes y reglas creadas en el primer principio vuelven al trabajador seleccionado a través de fichas de instrucciones. Así, las “mejores personas” están capacitadas para realizar la tarea de la “mejor manera”.
  • 4º Principio: división del trabajo. Aquí la gerencia, representada por los administradores e ingenieros, establece los estándares y los trabajadores simplemente cumplen.

Este cuarto principio es particularmente importante y característico de la Gestión Científica. Antes, los trabajadores realizaban casi todas las tareas, sin preocuparse por el tiempo que dedicaban o cuánto producían. En el taylorismo, la gestión se vuelve más presente, las actividades de los trabajadores más específicas. Con esto, surgió un sistema de cooperación entre los dos grupos (gerencia y trabajadores), con el objetivo de alcanzar los objetivos. A los trabajadores se les encargó la correcta ejecución que les enseñaron y la producción. Taylor creía que el éxito del trabajador estaba asociado con el éxito de la organización.

Otro punto relevante a observar en la Administración Científica es la retribución. En el siglo XIX, los empleados recibieron un incentivo negativo: la motivación se basaba en el miedo a ser despedidos. Con los principios de Taylor, el incentivo se volvió positivo: propuso el pago por pieza. Así, como se mencionó anteriormente, cuanto mayor sea la productividad de la organización, más ganaría el trabajador.

Aunque estamos hablando de principios que se desarrollaron hace más de un siglo, es interesante notar que no se descartan ni se olvidan, sino que se mejoran. Incluso hoy en día es posible detectar rastros de los principios del taylorismo en la administración de las organizaciones.

Características

El taylorismo enfatiza la eficiencia operativa de las tareas realizadas, en las que busca extraer el mejor desempeño de cada empleado.

Por tanto, es un sistema de racionalización del trabajo concebido en líneas científicas. De esta manera, todos los aspectos del trabajo deben ser estudiados y desarrollados científicamente.

Así, con el análisis de los procesos productivos se logró mejorar la capacidad de trabajo de los trabajadores. El objetivo era ahorrar al máximo en términos de esfuerzo productivo.

Taylorismo
Maximizar el potencial de cada trabajador fue uno de los objetivos del taylorismo

Debemos enfatizar que el taylorismo no se preocupa por las innovaciones tecnológicas, sino por las posibilidades de controlar la línea de producción.

Mediante una estandarización continua, mediante el establecimiento de un sistema de supervisión y control, el hombre terminó siendo transformado por una parte de la máquina. Sin embargo, fue esto lo que dio lugar a condiciones laborales capaces de incrementar la productividad y los beneficios.

Frederick Taylor y el taylorismo

El término taylorismo se refiere al ingeniero estadounidense Frederick Taylor (1856-1915), considerado uno de los fundadores de la Administración Científica.

De hecho, Taylor fue pionera en el desarrollo de un modelo de gestión en el que la empresa se considera bajo un ojo científico.

Taylor se interesó en este tipo de gestión cuando todavía era operador de maquinaria en «Midvale Steel» en Filadelfia, donde comenzó su investigación.

A partir de la observación de los métodos de trabajo de los trabajadores, encontró que, bajo un ritmo de trabajo controlado, los trabajadores eran mucho más productivos.

Más tarde, Taylor se graduó como ingeniero mecánico en 1885 y, en 1906, se convirtió en presidente de la «Sociedad Estadounidense de Ingeniería Mecánica». Sus ideas definitivamente influirían en la Segunda Revolución Industrial.

Sus obras más importantes son: «Un sistema de precios por pieza» (1895); «Administración de talleres» (1903); y «Principios de la administración científica» (1911), su obra maestra.

Innovaciones del taylorismo

El taylorismo básicamente emplea cinco principios, a saber:

  • sustitución de métodos basados ​​en la experiencia por metodologías científicamente probadas;
  • selección y formación rigurosa de los trabajadores, con el fin de descubrir sus mejores competencias, que deben ser mejoradas continuamente;
  • supervisión continua del trabajo;
  • ejecución disciplinada de tareas, con el fin de evitar el desperdicio;
  • fraccionamiento del trabajo en la línea de montaje para singularizar las funciones productivas de cada trabajador, disminuyendo así su autonomía.
Taylorismo
La evaluación periódica de los trabajadores fue una de las bases del taylorismo

Además, a Taylor se le atribuye:

  • el estudio de metodologías para evitar la fatiga del trabajador,
  • el estímulo salarial proporcional a la productividad, con premios por desempeño,
  • la jerarquía de la cadena productiva, que separa el trabajo manual del trabajo intelectual y garantiza la gestión, que tiene un conocimiento general de la producción, el control sobre los trabajadores.

Las ideas de Taylor inspiraron a empresarios como Henry Ford a crear un método de línea de montaje que se llamaría fordismo.

Taylorismo y fordismo

Las ideas de Taylor inspiraron directamente a Henry Ford a mejorar la producción de sus coches.

El taylorismo no es un modelo productivo, sino un análisis teórico de la organización y administración del trabajo. Por lo tanto, el emprendedor podría reducir costos y maximizar las ganancias.

Por otro lado, Ford y otros empresarios llevarán estas ideas a sus fábricas y harán que la producción sea más eficiente al especializar su trabajo.

Crítica al taylorismo

El taylorismo sufre algunas críticas, considerando que, en la búsqueda del máximo aprovechamiento de la fuerza productiva, termina por ignorar ciertas necesidades básicas de los trabajadores, quienes comienzan a sentirse explotados e insatisfechos.

En consecuencia, estos trabajadores pasan a ser vistos como partes desechables del sistema, y ​​esto generó la oposición de los trabajadores a la aplicación del taylorismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *