Terapia biológica – Medicina –

LA terapia biológica es un nuevo camino recorrido por la medicina contemporánea, un campo aún por explorar con cautela y atenta supervisión. Las sustancias utilizadas en este tratamiento se descubrieron recientemente, basándose en investigaciones que involucran ingeniería genética.

Los medicamentos de naturaleza biológica tienen como objetivo, principalmente en las enfermedades reumáticas, normalizar las anomalías celulares y moleculares que se desencadenan por la inflamación de origen crónico. En este tratamiento, se envían anticuerpos monoclonales para destruir moléculas o células responsables del proceso inflamatorio.

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Este módulo alternativo de intervención en organismos enfermos ha sido ampliamente utilizado en el ámbito de la reumatología, cuando los FAME – fármacos que modifican el curso de la enfermedad – no actúan satisfactoriamente en el desarrollo de la enfermedad.

Eventualmente se eligen los remedios biológicos como las primeras opciones en el tratamiento de trastornos como, por ejemplo, la artritis reumatoide, entre otras enfermedades autoinmunes. Pero estos son casos que se han estudiado con mucho cuidado, ya que no es posible determinar con precisión los efectos secundarios de estas sustancias, de ahí la necesidad de un cuidadoso seguimiento de su administración en organismos enfermos.

En un principio, cuando se descubrió el potencial de esta terapia, y en el año 2000 se lanzó en España el primer medicamento biológico, estos fármacos también se definieron como una modalidad más de FAME. Hoy en día se les llama simplemente agentes biológicos o biológicos.

Entre estos agentes, destacamos los Anti-TNF – fármacos que impiden la circulación de TNF-alfa, es decir, factor de necrosis tumoral alfa -, como etanercept, infliximab y adalimumab; y Anti-CD20 – anticuerpos que combaten los linfocitos B o CD 20 -, como rituximab.

El TNF-alfa consiste en una proteína que provoca la aparición de una reacción inflamatoria en el cuerpo. Anti-TNF-alfa, por otro lado, previene la aparición de esta respuesta dañina. Actúan casi siempre de forma prematura, previniendo el desarrollo de la enfermedad. Los signos de la enfermedad, por tanto, pueden desaparecer rápidamente. Estos agentes generalmente se administran concomitantemente con metotrexato o leflunomida.

Los linfocitos o células B secretan algunos anticuerpos bien conocidos, como el factor reumatoide y otras citocinas, que son responsables de gran parte de la inflamación resultante de la artritis reumatoide. Tan pronto como este proceso se reduce drásticamente con la administración de rituximab, el trastorno se remedia en aquellos pacientes que no han respondido positivamente al uso de la terapia anti-TNF-alfa.

La terapia biológica también requiere un cuidado especial en su adopción, ya que los fármacos utilizados pueden tener respuestas alérgicas desconocidas en determinados pacientes, especialmente cuando se introducen en el organismo por vía intravenosa.

Se han detectado algunas infecciones graves en algunos casos, pero no han sido probadas oficialmente, ya que varias de las investigaciones sobre la acción de estos fármacos no cuentan con recursos estadísticos para una mejor evaluación de la terapia biológica.

Fuentes:
http://www.clinicagoldenberg.com.br/doencas_reumaticas.asp
http://biobadaser.ser.es/biobadamerica/Brasil/cgi-bin/upload/archivo.aspx?id=2

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