Trabajadores invisibles – mercado laboral – sociedad

Trabajadores invisibles son profesionales con funciones sociales fundamentales, pero devaluados. Tanto los trabajadores informales como los registrados forman parte de este grupo. La invisibilidad de estos individuos se produce por la disminución de su poder adquisitivo, sus derechos relativos y por el prejuicio de la clase alta.

En relación con la mayoría de la clase trabajadora, los profesionales invisibles generalmente no se notan debido al flujo acelerado que se observa en los grandes centros urbanos. Así, el ciudadano, siempre en estado de alerta respecto a sus actividades diarias y horarios apretados, apenas se da cuenta de la persona que presta los servicios esenciales a la ciudad.

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Los barrenderos, repartidores, vendedores ambulantes, operadores de ascensores, recolectores, jardineros, conserjes, recolectores, glándulas, entre otros, son considerados trabajadores invisibles. Además de su invisibilidad como proveedores de servicios, no se les nota en relación a las condiciones económicas y materiales. Normalmente, en el juego de relaciones de poder relacionadas con el sistema económico, también hay una disminución de agentes profesionales y sociales.

Uno de los principales problemas de los trabajadores invisibles no se debe solo a su falta de notoriedad en un entorno. La mayor dificultad de la invisibilidad es el incumplimiento de sus demandas como profesional ante las empresas. Idealmente, las empresas deberían presentar políticas para valorar a estos trabajadores mediante el reconocimiento y seguimiento financiero y personal de sus necesidades como proveedores de servicios remunerados.

Según algunos psicólogos, la apertura del diálogo por parte de los empleadores para comprender las necesidades reales de los trabajadores es una forma de frenar la invisibilidad. Así, satisfecho en el ámbito personal y económico, el profesional se hará notar con éxito en los planes públicos y privados.

Carteles humanos

Los trabajadores invisibles más emblemáticos son los llamados carteles humanos. Son ciudadanos que se alquilan como espacio para publicitar servicios. Generalmente, se les ve en las regiones centrales de las ciudades con chalecos con inscripciones como «comprar oro», «comprar celular», «comprar dólar», entre otras convocatorias de servicios. Por lo general, el interesado recurre al “cartel humano” y luego es llevado a la empresa donde puede realizar una negociación de compra o venta.

Repartidores de volantes

Como el profesional etiquetado como un cartel humano, los repartidores de folletos representan a los trabajadores invisibles debido a su no absorción por el mercado laboral formal. Así, acuerdan permanecer varias horas al día, sin ningún tipo de asistencia, entregando folletos o publicidad impresa de los servicios ofrecidos por sus contratistas. La paga es baja, y los repartidores de folletos más comunes se ven en los faros delanteros ofreciendo los materiales a través de las ventanillas de los automóviles o de pie en la calle entregando tarjetas. Suelen recibir asistencia precaria en forma de refrigerio y retribución por el día de menos de R $ 34,83, que es el monto referido al salario mínimo diario.

Estudio de campo

Fernando Braga, psicólogo egresado de la Universidad de São Paulo, realizó un estudio de campo sobre trabajadores invisibles, que se convirtió en su tesis de maestría y luego se publicó como libro. El profesional pasó ocho años como barrendero para entender cómo esta clase profesional era invisible, además de poder experimentar las reacciones de otras personas hacia la profesión.

Entre los informes que se encuentran en el libro «Hombres invisibles – informes de humillación», Braga describe situaciones interesantes. Los barrenderos, cuando descubrieron que no pertenecía a esa clase social, tuvieron actitudes notables durante la interacción. Algunos comenzaron a protegerlo a través de actos como dejarlo usar siempre la escoba más nueva, no permitirle realizar tareas con la pala o azadón, además de no permitirle viajar en el cubo del camión, reservándose la cabina. El psicólogo también dice que uno de sus ritos de paso para ser aceptado entre los limpiadores de calles era tomar café de una lata de refresco que se encuentra en la basura y se corta por la mitad. Tras este episodio, la convivencia se volvió plena y despojada de prejuicios.

Fuentes:

COSTA, Fernando Braga. Garis: un estudio de psicología sobre la invisibilidad pública. 2002. Disertación (Maestría) – Instituto de Psicología, Universidad de São Paulo, São Paulo, 2002.

http://www.responssibilityocial.com/entrevista/fernando-braga-da-costa/

https://pdfslide.net/documents/trabalhadores-invisiveis.html

https://www.business-humanrights.org/ru/node/210411

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