Tratado de Verdún – definición

O Tratado de Verdun se trataba de un convenio firmado entre los descendientes de Carlomagno en el año 843, en la ciudad de Verdún, situada en el noreste de Francia, en la región de Lorena.

Este documento puso fin a la “Guerra Civil Carolingia”, dividiendo el vasto Imperio Carolingio entre sus tres nietos.

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Contexto histórico

Durante el siglo IX, el monarca y emperador Carlomagno conquistó a varios pueblos bárbaros y consolidó una estrecha relación con la Iglesia católica.

Para mantener la unidad territorial en su imperio, distribuyó tierras a miembros de la nobleza y el clero, creando diferentes condados y marcas.

Tras su muerte en 814, estos lazos de fidelidad pasaron a su hijo y sucesor, Luis I, el Piadoso, quien, a su vez, falleció en 840.

Con la muerte de Luís I, sus hijos, nietos de Carlomagno, iniciaron un período de guerras que duraría tres años, involucrando a Lotário I, Luís II, el Germánico y Carlos, el Calvo.

Con la alianza militar entre Carlos y Luis II, Lotário fue derrotado en 841 y obligado a aceptar el Tratado de Verdún.

Principales características y consecuencias

Vale la pena mencionar que el Tratado de Verdún marca un momento en el que la unidad política de la cristiandad se tambalea, poniendo fin a cualquier supremacía política en Europa.

Con la desintegración del Imperio carolingio, los francos fueron incapaces de evitar las posteriores invasiones bárbaras (árabes, normandos y magiares), y mucho menos evitar el fortalecimiento de nobles como los duques, condes y marqueses.

Así, además de realizar el proceso de formación de la sociedad feudal entre los francos, este tratado está en el corazón de la formación de las naciones francesa y alemana.

Con la división, Carlos, Calvo (Carlos V), se hizo cargo de los territorios del oeste de Francia (Francia). Sin embargo, el debilitamiento causado por las disputas que involucraron la división de territorios fue tan grande, que la Francia Occidental fue conquistada por Hugo Capeto, en 987.

A su vez, Luís, el germánico (Luís II), fue responsable de las porciones del territorio que comprendían la Frância Oriental o Germania, más tarde llamada Imperio Sacro Romano-Germánico. Sin embargo, el destino de esta dinastía no fue diferente al anterior y Otto I conquistó este territorio en 936.

Finalmente, Lotário recibe el título imperial y la porción de territorios del antiguo Imperio carolingio que formaba una estrecha franja a través del centro de Italia hasta Frisia, incluidos los territorios de los Países Bajos, Lorena y Borgoña.

Estos territorios se conocieron como Lotaríngia y se repartieron entre Carlos, el Calvo, y Luís, el germánico, en 870.

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