Tropicália – Información de la escuela

El universo musical brasileño salía de la bossa nova, cuando se sumergió en un movimiento cultural competitivo y de vanguardia, a mediados de los años 60, Tropicália o Tropicalismo. El país estuvo recientemente dominado por la dictadura militar, en plena efervescencia social y política, luchando contra la presencia de los militares en el poder, contra las semillas iniciales de la censura. Aunque a punto de enfrentar un régimen endurecido, luego de un golpe dentro del golpe, llevado a cabo en 1968 por el ala más conservadora del Ejército, mediante la promulgación del Acto Institucional número 5, el famoso AI-5, la generación del Popular. Los Centros de Cultura, de la Arena, de los movimientos estudiantiles, continuaron en pleno ejercicio de una energía creativa que parecía inagotable.

Es en este contexto que nace el movimiento tropicalista, inspirado en el ámbito del pop local y extranjero, principalmente el pop-rock y el concretismo. Tropiccalia fue el espejo del sincretismo brasileño, ya que mezcló en un solo caldero las más diversas tendencias, como la cultura popular brasileña y las innovaciones extremas en la estética. Pretendía subvertir las convenciones, transgredir las reglas vigentes, tanto en los aspectos sociopolíticos, como en las dimensiones de la cultura y el comportamiento.

¿Eres estudiante, profesor o academia?

DATE DE ALTA EN NUESTRA RED SOCIAL!, Grupos de estudio, apuntes, escribe en tu propio blog, añadir tu academia o dar clases particulares y Aprende!!!.

Abrir un perfil

El cantante y compositor bahiano Caetano Veloso, Torquato Neto, también poeta, Gilberto Gil, Os Mutantes, Tom Zé, el director y arreglista Rogério Duprat, los cantantes Gal Costa y Nara Leão, integraron diligentemente esta corriente cultural; Hélio Oiticica y otros creadores de Bellas Artes; Glauber Rocha y su Cinema Novo en el ámbito audiovisual; y figuras como José Celso Martinez Corrêa en el teatro.

Tropicália no fue precisamente una nueva modalidad musical, sino principalmente una forma renovada de actuar y participar en el panorama cultural nacional, con aire crítico y transformador. No era contra Bossa Nova que se pretendía levantar esta corriente, sino contra el paisaje cálido, tedioso y algo reaccionario que se había apoderado de los círculos musicales dominados por MPB. Algunos artistas se dieron cuenta, entonces, de la necesidad de sacudir este contexto, apropiándose de las vibrantes guitarras de rock o incluso de los packs de Jovem Guarda, entonces liderados por Roberto y Erasmo Carlos, entre otros.

Era necesario ganarse la simpatía del mayor número posible de simpatizantes para romper las corrientes nacionalistas que enyesaban la cultura de esta época, y así nombres fuertes, como los de Dorival Caymmi, Edu Lobo, Chico Buarque de Hollanda, Paulinho da Viola. y Sérgio Ricardo, fueron cortejados por los ideales de Caetano y Gil, pero fracasaron en sus intentos, ya que el hilo de la música de protesta cobró fuerza con la situación de opresión vivida por la Nación.

Los festivales discográficos de esa época simbolizaban el escenario en el que más se traducían estos antagonismos, generando polémicas y emocionantes audiencias, divididas entre sus ídolos y distintos sueños. En estos escenarios salieron a la luz canciones como Alegria, Alegria, de Caetano, y Domingo no Parque, de Gilberto Gil, en la tercera versión de este famoso festival, en 1967. Las posiciones del público fueron feroces, ya que muchos de los presentes estaban estudiantes de izquierda, que vieron el uso de la guitarra y el rock como símbolos del dominio estadounidense. Pero el jurado y buena parte de los que presenciaron este histórico momento, desde sus asientos en el auditorio, recibieron muy bien esta noticia. Así, la composición de Gil quedó subcampeona, junto al ganador Ponteio, de Edu Lobo y Capinam, mientras que Alegria, Alegria, aunque ocupaba el cuarto lugar, se convirtió en campeón de ejecución en las radios brasileñas.

Los críticos del tropicalismo lo consideraban una corriente cultural sin ningún compromiso político, lo que era casi un requisito obligatorio, en este momento, para pasar por el tamiz de la crítica. Sin embargo, los propios tropicalistas no pretendían caer en esta categoría, ya que no eran revolucionarios en contenido tradicional, sino en estética. Esta era realmente su forma de subvertir los estándares actuales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *