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Escepticismo es una corriente filosófica fundada por el filósofo griego Pyrrus (318-272 aC), caracterizada, esencialmente, por dudar de todos los fenómenos que rodean al ser humano.
¿Qué es?
La palabra escepticismo proviene del griego “sképsis”Que significa“ examen, investigación ”.
Actualmente, la palabra designa a aquellas personas que dudan de todo y no creen en nada.
Podemos decir que el escepticismo:
- sostiene que la felicidad consiste en no juzgar nada;
- mantiene una postura neutral en todos los temas;
- cuestiona todo lo que se le presenta;
- no admite la existencia de dogmas, fenómenos religiosos o metafísicos.
Por tanto, si estamos dispuestos a aceptarlo, llegaremos a la afasia, que consiste en no expresar opiniones sobre ningún tema.
Entonces, entramos en el estado de ataraxia (despreocupación) y solo así, podemos vivir la felicidad.
Origen
Pirro de Élida fue un filósofo que acompañó al rey Alejandro Magno en sus expediciones por Oriente.
En este viaje, se encuentra con varias culturas y sistemas políticos muy diferentes a las costumbres griegas. Por tanto, comienza a dudar porque observa que lo que era justo en una sociedad era injusto en otra.
Entonces declarará que vivir bien, para los escépticos, es vivir sin hacer juicios, es decir, en el “época”.
Como muchos filósofos de su época, Pirro no dejó escritura y no fundó una escuela. La información que tenemos sobre su pensamiento se encuentra en fragmentos de las obras de quienes fueron considerados discípulos del filósofo.
Escepticismo filosófico
El escepticismo filosófico de Pirro se originó en el helenismo y se expandió como la «Nueva Academia». En el siglo XVIII esta idea sería recuperada en parte por los filósofos Montaigne y David Hume.
El texto de Aristocles (siglo II), reproducido en la obra “Preparação Evangélica”, de Eusébio de Caesarea (265? – 339) resume este principio filosófico:
Quien quiera ser feliz debe considerar tres puntos: primero, ¿qué son las cosas en sí mismas? Entonces, ¿qué disposiciones deberíamos tener en relación con ellos? Finalmente, ¿qué resultará de estas disposiciones?
Las cosas no tienen diferencia entre ellas y son igualmente inciertas e imperceptibles. Por tanto, nuestras sensaciones y nuestros juicios no nos enseñan qué es verdadero o qué es falso.
Por tanto, no debemos confiar en los sentimientos ni en la razón, sino permanecer sin opinión, sin agacharnos a un lado o al otro, impasible.
Revisar
Sin embargo, si seguimos el escepticismo al pie de la letra, tendríamos que dudar del mismo escepticismo. Al mismo tiempo, no pudimos expresar una opinión sobre el escepticismo. ¿Es posible negar todo lo que nos rodea? Si negamos todo, negaremos la negación misma y la duda que nos hizo cuestionar el objeto.
De esta manera, debemos creer en algo, incluso si tenemos que cuestionar las verdades que nos rodean. La tira cómica de Luís Fernando Veríssimo expone este dilema: