André Le Nôtre –

Arquitecto y diseñador de jardines francés (París 1613-París 1700).

Nieto de Pierre Le Nôtre, jardinero de las Tullerías en 1592, e hijo de Jean, jardinero jefe de Luis XIII, se formó en el estudio de Simon Vouet y el de François Mansart. A partir de 1637 fue nombrado jardinero jefe de las Tullerías y, en 1638, primer jardinero de Luxemburgo, de la que fue director en 1646. Yerno en 1640 de François Langlois, sieur du Hamel, consejero ordinario de artillería de Francia, fue ascendido diseñador de planos (1645), controlador general de los Edificios del Rey (1656) y ennoblecido en 1675. Urbanista, diseñó para París un eje principal que iba de Vincennes a Saint-Germain-en-Laye, plantó el bulevares, desarrolló los Campos Elíseos. Su parque de Vaux-le-Vicomte (1656-1661) sigue siendo una composición con perspectiva cerrada; las transformaciones de los jardines de Versalles y de las Tullerías (de 1661) marcan la segunda etapa de su estilo, al crear perspectivas abiertas al infinito. Su trabajo en Chantilly y Sceaux también hizo de estos parques creaciones originales, y las transformaciones de Fontainebleau, Saint-Germain-en-Laye, Saint-Cloud, Meudon dan testimonio de su adaptabilidad. Invitado por el Rey de Inglaterra, fue a Londres en 1662. Su consejo fue solicitado por el Landgrave de Hesse para Kassel, por los soberanos de Suecia y Holanda. Se niega a trabajar de forma remota, pero a menudo delega a algunos de sus estudiantes, como su sobrino Claude Desgots, para que supervisen el trabajo. En 1679 se fue a Italia.

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Jardinero, arquitecto, urbanista, incluso ingeniero, Le Nôtre supo aprovechar los descubrimientos científicos de su tiempo, sometiendo su obra a las leyes de la óptica y la hidráulica. Penetrado de espíritu clásico, adoptó el tema del “Gran Canal”, tomado del Canopus de los jardines de Tibur, como motivo esencial de sus composiciones en Vaux-le-Vicomte, Versailles, Chantilly y Sceaux. En el espíritu de su tiempo, hizo de estos cuerpos de agua una fuente de luz: canales, cuencas o espejos reflejan los rayos de luz y dan a los paisajes una calidad incomparable. Ajusta la proporción de las distintas partes según las leyes de la óptica, que, según el caso, le permiten alargar o acortar sus perspectivas. Diseñadas según la casa para la que sirven de marco, sus logros están siempre a la medida del hombre. Finalmente, gracias al dominio del agua aportado por los técnicos de Lieja (la industria de las pipas de agua es una especialidad de Lieja desde la Edad Media), añade un carácter mágico a la decoración de sus parques al introducir el espectáculo de las aguas que brotan, como como las «grandes aguas» de Versalles.

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