Fatima Ibrahim conocida como Oum Kalsoum en árabe Umm Kulthūm

en árabe Umm Kulthūm

Cantante egipcia (Tamay al-Zahira, provincia de Dakahlièh, 1898-El Cairo 1975).

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Ídolo de las multitudes en el Egipto de Nasser, Oum Kalsoum también se convirtió en el de todo el mundo árabe, al que aportó una forma de identidad y prestigio. Durante más de medio siglo, su sublime voz hizo triunfar el lirismo amoroso propio de su cultura.

La diva delta

Nacido en una familia pobre, cuyo padre es un imán, Oum Kalsoum recibe el nombre de una de las hijas del profeta Mahoma. Desde muy temprano reveló sus dotes para el canto cantando la recitación coránica y, a los 10 años, ingresó a un grupo de cantantes, donde se vistió de niño, porque su padre, un hombre de piedad rigurosa, consideraba que esta actividad no puede ser la de una niña. También canta en bodas para ganar dinero. A los 16 años, dejó su aldea en el delta del Nilo y llegó a El Cairo. El 6 de diciembre de 1922 hizo su debut profesional allí, que inmediatamente se vio coronado por el éxito.

Oum Kalsoum también conoció a poetas de renombre, como Ahmed Chaouki (1863-1932) y Ahmed Rami (1892-1981), quienes le escribieron muchos textos. En un Egipto bajo dominio colonial, se convierte en uno que no cede a las facilidades de Occidente y que regenera en toda su autenticidad la tradición cultural árabe, de la que el canto es parte integral. Para ello trabaja con los más grandes compositores y con los mejores intérpretes del ud (oud), el laúd árabe, cuya extraordinaria voz es capaz de abarcar todo el abanico. La Callas en persona rendirá homenaje a su destreza vocal.

El cantante del pueblo

En 1932, Oum Kalsoum inició su primera gira por el mundo árabe: los habitantes de Damasco, Bagdad, Beirut, Trípoli…, a su vez, le levantaron un culto. La notoriedad que adquirió así la llevó, en 1948, a encontrarse con el mismísimo líder del panarabismo, Gamal Abdel Nasser. Al declararle su admiración, este último formaliza de alguna manera el amor de Egipto por la cantante, quien se lo devolverá dándole a su país un sinfín de pruebas de patriotismo – tanto moral como pecuniario – y aportando a su presidente un apoyo militante. . La sucesora de Nasser, Anouar el-Sadat, le otorgará el título de “cantante del pueblo”.

Oum Kalsoum, que rodó seis películas entre 1936 y 1947, no sigue su carrera cinematográfica. Ella solo es realmente ella misma durante sus recitales. El primer jueves de mes también da conciertos de radio, que se escuchan con devoción en familia o en el café. Sin embargo, abandona las fronteras del mundo árabe para dar a conocer su repertorio, compuesto por más de 280 títulos, a otros públicos. En noviembre de 1967, fue al Olympia, en París, y recibió un telegrama de felicitación del general de Gaulle, presidente de la República. «Egipto ganó conmigo en Olimpia», dijo.

Pero «la Señora», como la llaman, comienza a sufrir una enfermedad renal, que es inoperable. Después de un último concierto en El Cairo, en abril de 1972, accedió a ir a Estados Unidos, para someterse a nuevos tratamientos. A su regreso en 1975, su estado empeoró. Oum Kalsoum muere en el hospital. El pueblo de Egipto le hará el funeral de Jefe de Estado.

El ejecutante inmortal del tarab

Entrado en la leyenda durante su vida, Oum Kalsoum personificó una especie de cantos típicamente árabes, a los que damos el nombre de tarab. El escritor Nadjib Mahfuz ([Naguib Mahfouz] 1911-2006), Premio Nobel de Literatura 1988, dice del tarab que es «el paroxismo de la emoción, del amor, en el goce de la belleza». Modulando sin cesar su voz, como en las ruinas, Uno de sus textos más famosos, Oum Kalsoum podía cantar los tormentos y las tristezas del amor durante horas y horas.

En 2006, la coreógrafa francesa Karine Saporta (nacida en 1950) revivió tanto la personalidad de Oum Kalsoum como la tradición del tarab en una creación destinada a la Ópera de El Cairo. El título que ella le dio En los ojos de la noche se extrae de una de las canciones de quien fue apodado la «Estrella de Oriente» y que luego encarnó, según admitió el propio coreógrafo, «éxtasis musical».

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