integración –

Fusión de un territorio o de una minoría en el todo nacional.

SOCIEDAD

La ley de 26 de noviembre de 2003 relativa al control de la inmigración introduce el concepto de integración en la legislación relativa a la entrada y estancia de extranjeros en Francia. La ley del 24 de julio de 2006 trata explícitamente de “inmigración e integración”.

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A partir de mediados de la década de 1970, la inmigración de trabajadores, hasta entonces entendida como temporal, tendió a convertirse en permanente. La noción de integración reemplaza entonces a la noción de inserción. Facilitada por la legislación sucesiva, la integración se está convirtiendo ahora en una prioridad política.

Asimilación, inserción, integración.

La integración aparece como un camino intermedio entre dos opuestos que son la asimilación y la inserción.

La asimilación implica el abandono de cualquier elemento de identidad original. Presupone el modelo de nación homogénea, fundada no sólo en la igualdad de derechos sino también en la lengua, las costumbres, los ritos y las creencias. La ley de 1889 confiere la nacionalidad francesa a los extranjeros nacidos en Francia cuando alcanzan la mayoría de edad. La escuela y el ejército se consideran las dos grandes instituciones de asimilación. El respeto a la identidad de los extranjeros naturalizados no es un problema político como tal: el francés es un ciudadano cuyas particularidades no conciernen directamente a la ley.

Aunque hoy excluida de la lógica de la integración, la palabra “asimilación” permanece en el derecho francés. « Nul ne peut être naturalisé s’il ne justifie de son assimilation à la communauté française, notamment par une connaissance suffisante, selon sa condition, de la langue française et des droits et devoirs conférés par la nationalité française », lit-on dans le Código Civil. El gobierno puede, además, oponerse a la adquisición de la nacionalidad por matrimonio en caso de “falta de asimilación”.

Contrariamente a la asimilación, la noción de inserción presupone requisitos mínimos por parte del país de acogida y del extranjero. El extranjero conserva su identidad, sus vínculos con su país de origen. Esta noción es ambigua: respeta la identidad cultural y, al mismo tiempo, aprehende al extranjero como extranjero, considerando el retorno al país como una posibilidad lógica de inmigración.

El concepto de integración responde a la doble preocupación de no negar las particularidades culturales y étnicas, contrariamente al concepto de asimilación, y de permitir a los extranjeros participar plenamente en la vida del país, contrariamente al concepto de integración.

Auge de la integración

Institucionalización de la integración

En 1989, el llamado asunto del «pañuelo islámico», que aparentemente usaban las niñas en la escuela, condujo al nombramiento de un Secretario General para la Integración, la creación de un Comité Interministerial para la Integración y un Consejo Superior para la integración. La política de integración se fortalece considerablemente. La Comisión Interministerial para la Integración es la encargada de “definir, dirigir y coordinar la política del Gobierno en materia de integración de los residentes extranjeros o de origen extranjero”.

La misión del Consejo Superior es “dar su opinión y hacer cualquier propuesta útil, a petición del Presidente del Gobierno o del Comité Interministerial para la Integración, sobre todas las cuestiones relativas a la integración de los residentes extranjeros o de origen extranjero. Cada año elabora un informe que presenta al Primer Ministro”.

Para este Consejo, la integración es “un proceso dinámico y temporal de adaptación a nuestra sociedad del exterior que pretende vivir allí [postulant] la participación de las diferencias en un proyecto común y no, como la asimilación, su supresión o, por el contrario, como la inserción, la garantía protectora de su perpetuación”.

Integración y república

El modelo francés de integración, basado en el principio de igualdad, se opone a la “lógica de las minorías” y al reconocimiento de las comunidades. Así, la noción de integración se asocia cada vez más con el ideal de la República Francesa. En 2001, el Consejo Superior consideró la cuestión del “Islam en la República”.

El informe de 2004 titulado «El contrato y la integración» trata no sólo de la escuela republicana sino también de la «filosofía republicana», una «educación auténticamente republicana», el «régimen republicano», la «ambición republicana [d’un traitement égal pour tous] “, del “derecho político republicano de ciudadanía”, del “derecho común republicano”, del “contrato republicano”. El contrato de acogida e integración (CAI), consagrado en la llamada ley de “cohesión social” de 18 de enero de 2005, obliga a los extranjeros a realizar una formación cívica y, en su caso, lingüística. La formación cívica incluye una presentación de las instituciones francesas y los valores de la República, en particular la igualdad entre hombres y mujeres y el laicismo.

Integración global y lucha contra la discriminación

La política de integración implica medidas que no atañen exclusivamente a la población inmigrante. La política de la ciudad dirigida a reducir las bolsas de exclusión en los suburbios participa plenamente en la política de integración: además de las zonas educativas prioritarias y la política de desarrollo social, los contratos de aglomeración puestos en marcha en 1982 «constituyen uno de los procedimientos más eficaces para desarrollar la política de integración de las poblaciones inmigrantes” (circular de enero de 1983).

La ley de 16 de noviembre de 2001 relativa a la lucha contra la discriminación y la creación de la Alta Autoridad para la lucha contra la discriminación y para la igualdad (HALDE) son herramientas importantes de la política de integración. El FAS (Fondo de Acción Social), rebautizado como FASILD (Fondo de Acción y Apoyo para la Integración y la Lucha contra la Discriminación), ve sus misiones extendidas más allá de las poblaciones extranjeras. Debe promover «la integración de las poblaciones inmigrantes así como de las personas de origen inmigrante» y «contribuir a la lucha contra la discriminación de la que puedan ser víctimas, en particular en relación con su raza, su religión o sus creencias».

La integración no es solo una prioridad de la política de inmigración francesa, también está en el centro de la política europea. En una comunicación de la Comisión de 2005, sobre un programa común para la integración de nacionales de terceros países, se puede leer en particular que la integración es un «compromiso recíproco entre todos los inmigrantes y residentes en los Estados miembros» y que «va de la mano de la mano con el respeto a los valores fundamentales de la Unión Europea”.

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