privatización –

Desde mediados de la década de 1980, la privatización de empresas públicas se ha convertido en un fenómeno generalizado.

Los propios Estados Unidos y Japón, caracterizados por sectores públicos débiles, se han embarcado en programas estatales de desconexión. En rigor, la privatización es una transferencia al sector privado de empresas o partes de empresas en poder de los poderes públicos (Estado y comunidades). Dado el tamaño de las empresas públicas, las privatizaciones consumen importantes sumas de dinero: habrían representado 92 mil millones de dólares en 1987. Varias lógicas explican las decisiones de privatización.

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Déficits presupuestarios y privatizaciones

El débil crecimiento experimentado por la mayoría de los países desarrollados desde la primera crisis del petróleo ha provocado un aumento de los déficits presupuestarios, sostenidos por los cargos de deuda que generan. Las privatizaciones, que representan un recurso financiero no correspondido, seducen a los gobiernos. Esto es particularmente cierto para los Estados de la Unión Europea que están sujetos a los criterios de convergencia.

La racionalidad económica de las privatizaciones

Las empresas públicas son para el Estado una palanca de su acción social. Esto puede, por ejemplo, imponer un tipo de servicio o un precio independientemente de las limitaciones económicas. La condición de empresa pública dificulta especialmente las fusiones o fusiones con socios. Además, el sector público está marcado, con razón o sin ella, por una operación cuya pesadez e inercia no siempre le permiten responder a la creciente competencia del sector privado. La privatización brinda a las empresas públicas la posibilidad de adaptarse mejor a los nuevos datos de la economía.

Accionariado popular y privatizaciones

Privatizar es permitir que los pequeños ahorradores accedan a las bolsas de valores y, más aún, convertir a los empleados en propietarios de su empresa. La privatización fortalece el desarrollo del capitalismo popular.

Mercados de valores y privatizaciones

Por la magnitud de los flujos financieros que genera, la privatización permite estimular la actividad bursátil. La privatización de las telecomunicaciones japonesas por sí sola representa más de una décima parte de la actividad de la Bolsa de Valores de Tokio.

La privatización es, por tanto, una herramienta de política económica y social. Independientemente del tamaño del sector público a privatizar, encuentra sus límites en los mercados financieros. La mayoría de las veces procede de la participación popular, su éxito depende en gran medida del estado de los mercados (la baja actividad y la caída de los precios son condiciones de fracaso) y de la capacidad de los agentes para adquirir acciones (es preferible un fuerte ahorro nacional). Cabe señalar también que las privatizaciones representan una fuente de ingresos temporales para el Estado. Por tanto, si se asignan a los presupuestos corrientes, no mejoran realmente las finanzas públicas.

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