videovigilancia –

Un método de monitoreo remoto que implementa un sistema de circuito cerrado de televisión.

La videovigilancia se basa en el principio de realizar una visualización en directo a través de una cámara de televisión instalada en un lugar público o privado y conectada en circuito cerrado a una pantalla de control. Las imágenes de video recopiladas son vistas por la policía o el personal de seguridad responsable, si es necesario, de alertar a la policía o los servicios de emergencia y desencadenar una intervención en el sitio en cuestión. En la década de 1960, Londres fue la primera capital europea en equipar determinados puntos estratégicos con cámaras de vigilancia (estaciones de metro, vestíbulos y andenes de estaciones en particular), como parte de la lucha contra el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Técnicamente poco desarrolladas, estas instalaciones tenían como objetivo detectar eventos o comportamientos inusuales en la vía pública, en áreas urbanas. Durante la década de 1980, la videovigilancia se extendió gradualmente a carreteras, estadios y aeropuertos, así como a lugares sensibles (edificios militares, centrales eléctricas, refinerías, etc.).

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Evolución tecnológica

Con la digitalización del flujo de video, el archivo de imágenes en medios informáticos y la miniaturización de las cámaras de televisión, hemos sido testigos recientemente del despliegue de sistemas de videovigilancia mucho más sofisticados. Controlables de forma remota y orientables, equipados con lentes con zoom y enfoque automático, equipados con dispositivo de visión nocturna, estos sistemas han sido adoptados por muchos países. El Reino Unido, con casi una cámara de vigilancia por cada quince habitantes, ofrece la mayor tasa de cobertura en instalaciones de videovigilancia de Europa y sin duda del mundo. Siguiendo el ejemplo de Londres, la ciudad de París es objeto de un plan de equipos de videovigilancia que prevé la instalación de mil cámaras adicionales para 2010. Según el Ministerio del Interior, en Francia en 2008 había alrededor de 340.000 cámaras; para 2010, se espera que este número se triplique y la flota alcance el millón de unidades.

La reciente introducción de tecnologías biométricas ha dado lugar a una nueva generación de sistemas de videovigilancia. Más eficiente, este equipo se basa en el reconocimiento automático de objetos y personas. Conectada a una computadora, conectada a archivos, la cámara se ha vuelto, si no inteligente, al menos mucho más selectiva y sofisticada en términos de detección, análisis y activación de alertas. El principio consiste en detectar un individuo, un objeto o cualquier inscripción (como una matrícula) dentro de un flujo de imágenes capturadas en tiempo real. Este proceso de reconocimiento se basa en la comparación entre las imágenes retransmitidas por la (s) cámara (s), luego su análisis comparativo con una base de datos que contiene fotografías de personas y archivos de objetos buscados. El conjunto utiliza un software especializado, complementado a su vez por sistemas informáticos de gestión de alertas (bombero, policía, centro de emergencias).

Los principales campos de aplicación

La videovigilancia cubre varios campos de aplicación. La lucha contra el terrorismo es una de las más conocidas. Desde este punto de vista, los atentados de Londres en el verano de 2005 demostraron la eficacia de la videovigilancia, no tanto a nivel preventivo, sino para la investigación criminal, al permitir identificar rostros y reconstruir la ruta de los terroristas ( gracias al análisis de las imágenes grabadas en su recorrido).

Es en la lucha contra la pequeña y mediana delincuencia donde la videovigilancia es más eficaz. El reconocimiento facial permite, por ejemplo, detectar e identificar posibles alborotadores alrededor o en las gradas de los estadios. Asimismo, las estadísticas sobre delincuencia muestran que los robos y robos en tiendas han disminuido notablemente en los centros comerciales o en las calles de los centros urbanos equipados con cámaras.

La instalación de cámaras en el transporte público (trenes, autobuses y metro) tiene tres objetivos: la seguridad de los pasajeros, la lucha contra el fraude y la protección contra daños (no solo en los trenes, sino también en las estaciones, en los andenes y, más recientemente, a lo largo de ciertos pistas). La vigilancia de sitios sensibles, públicos y privados, vinculados a intereses vitales y estratégicos a nivel nacional (energía, defensa, transporte) es también uno de los campos de aplicación más habituales. Permite controlar el acceso a áreas reservadas combinando identificación biométrica (iris, huellas dactilares), reconocimiento facial y videovigilancia. Varios aeropuertos internacionales, incluido el de Londres-Heathrow, están equipados con sistemas de este tipo, destinados a facilitar los cruces fronterizos o incluso a automatizar el acceso del personal a las distintas áreas reservadas (equipaje, mercancías, pistas).

Por último, el control y la gestión del tráfico de automóviles, tanto en la ciudad como en las carreteras principales, son campos de aplicación prometedores. Este control va desde la lectura remota de matrículas (con multas automáticas a los propietarios de vehículos ilegales) hasta el monitoreo de carreteras e intersecciones peligrosas o congestionadas. En este caso, la videovigilancia se acopla a un centro de gestión del tráfico que permite, por ejemplo, desviar el tráfico o hacer que el tráfico sea más fluido cambiando la señalización.

Videovigilancia en debate

La videovigilancia alimenta muchos debates. Así, los criminólogos se preguntan sobre su efectividad real en términos de disuasión. La proliferación de cámaras no ha impedido un marcado aumento de la delincuencia en Londres. Los investigadores también denuncian la relativa facilidad con la que es posible evitar la identificación, utilizando pelucas, gafas, máscaras, bufandas, etc. Otros expertos creen que la presencia de cámaras solo empuja la delincuencia urbana hacia barrios más discretos o en las afueras de las ciudades.

Pero el debate más vivo es de naturaleza jurídica, en relación con el respeto de las libertades individuales. El período de almacenamiento de las imágenes de video recopiladas o la posible apropiación indebida de estas imágenes en el contexto de explotación ilegal son objeto de críticas. En Francia, la ley exige que los operadores obtengan una autorización previa de la prefectura o, en el caso de instalaciones que también utilicen biometría, presentar una declaración ante la Comisión Nacional de Informática y Libertades (CNIL). Asimismo, se deben informar los sistemas instalados, borrar las imágenes recolectadas en un plazo máximo de un mes, y cualquier ciudadano puede solicitar ver los videos en los que aparece.

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