amable –

División basada en una o más características comunes; desde el final de xxmi s., designa la identidad de género (masculina o femenina) en sus dimensiones social y psicológica, más que en sus características biológicas (→ sexo).

Estimulado por las feministas y el movimiento queer En particular, la cuestión del género, masculino y femenino, fue objeto de muchas reflexiones al final de la xxmi s., por ejemplo en los departamentos de estudios de género (“Estudios de género”) de universidades estadounidenses.

¿Eres estudiante, profesor o academia?

DATE DE ALTA EN NUESTRA RED SOCIAL!, Grupos de estudio, apuntes, escribe en tu propio blog, añadir tu academia o dar clases particulares y Aprende!!!.

Abrir un perfil

1. Aspectos sociales y / o biológicos del género

Lo femenino y lo masculino incluyen una dimensión social. De hecho, en cada cultura hay elementos que se supone que son determinantes en la definición de género; pero estos criterios, del tipo pasividad / actividad (→ roles sexuales), han mostrado sus límites.

La característica fisiológica en sí, que divide a la especie en machos y hembras, a veces no es decisiva, algunas personas reclaman una identidad sexual diferente a la que su cuerpo designa.

Finalmente, en ausencia de referencia social establecida, o en oposición a ella, algunos inventan criterios singulares para definir su posición sexual. Surgió así la cuestión de saber si se nace hombre o mujer, o si se llega a serlo, habiendo sido el segundo camino adoptado tanto por el psicoanálisis como por las corrientes feministas.

2. Desarrollo de la identidad de género

• Los primeros años. Las características sexuales que todo el mundo descubre en su cuerpo llevan a definir su posición sexual. Desde que nace, el pequeño humano experimenta una forma de placer. A medida que crece (ver desarrollo infantil, etapas), gracias a los intercambios con los demás, y especialmente con su madre, la dimensión del placer se inscribe en lugares significativos del cuerpo, llamados zonas erógenas. Este viaje lleva al niño a interesarse también por el placer que aportan los órganos sexuales, donde se manifiestan sensaciones fuertes, que intenta acomodar en el encuentro con sus parejas familiares (complejo de Edipo). Lo imposible con el que luego se enfrenta (angustia de castración) viene a detener por un tiempo este desarrollo, dejando la huella de esta experiencia y de las soluciones imaginarias encontradas (satisfacer al padre, a la madre o, por identificación, a un amigo). o un amigo).

• Durante la adolescencia. Si el pequeño, ya confrontado con su cuerpo, intenta zanjar la cuestión de su posición sexual a través de sus identificaciones imaginarias con los padres, es en la adolescencia cuando su orientación sexual y el estilo que tomará forma para cada uno. Este momento en el que el sujeto debe decidir qué orienta su deseo y qué apoyará su disfrute sexual, es siempre difícil. Esta orientación se nutre luego de primeras experiencias, encuentros e inscripciones en grupos de referencia (grupo de adolescentes, equipo deportivo, etc.). El cuerpo es, por tanto, en este momento de la vida, un socio engorroso para muchos.

3. Disfrute masculino y femenino

La pubertad vuelve a poner en primer plano el uso de los órganos sexuales y el placer que despiertan. Partiendo del órgano en los hombres, más difuso en las mujeres, el disfrute sexual difiere según el sexo (→ deseo sexual).

• El encuentro del placer. El pene devuelve al joven a la cuestión del disfrute del órgano, que primero trata con satisfacción solitaria, la masturbación, que no deja de tener una pareja imaginaria. Por otro lado, la aparición de reglas confronta a la joven con ese límite del goce femenino que es la maternidad. La relación con el placer sexual es, por tanto, diferente para todos y más compleja para la niña.

• Disfrute y vínculo social. Para las mujeres, la cuestión del disfrute sexual se superpone inmediatamente a la de la maternidad, defendida socialmente como una forma civilizada de disfrute. La lucha de las feministas xxmi s. (y los medios anticonceptivos), al permitir que las mujeres en las sociedades industriales controlen mejor la procreación, planteó la cuestión de qué es el disfrute sexual femenino. Este debate es una fuerza impulsora en los desarrollos sociales contemporáneos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *