Crisis entre Estados Unidos y la URSS en 1962 por la instalación de cohetes soviéticos en la isla de Cuba.

«armas defensivas»

Si Nikita Khrushchev había afirmado ya en 1960 que suministraría armas convencionales a Fidel Castro, el fracaso de la intervención armada estadounidense en Cuba en Bahía de Cochinos (abril de 1961) había debilitado la posición internacional de Estados Unidos y permitido a Castro insistir en garantías más sustanciales.

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Fue, al parecer, durante un viaje a Moscú de Raúl Castro en julio de 1962 cuando se tomó la decisión de instalar clandestinamente cohetes que, llegado el momento, se presentaron, según la tradición diplomática, como armas defensivas.

La reacción de Estados Unidos


En septiembre comienza la instalación, mientras el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en varias declaraciones públicas, afirma su determinación de no atacar a Cuba por la fuerza porque está convencido de que Castro nunca adquirirá armas ofensivas. Pero, el día 16, las fotografías traídas por los aviones U2 de la CIA y el cotejo de numerosas informaciones de agentes infiltrados, prueban lo contrario.

Kennedy decide mantener este descubrimiento lo más secreto posible y convoca un comité informal, que luego tomará el nombre de Comité Ejecutivo, o EXCOM: quince personas en total, incluido el vicepresidente Lyndon Baines Johnson, el secretario de Estado David Dean Rusk, el de Defensa, Robert McNamara, un solo soldado, el general Maxwell Taylor, y algunos asesores privados, incluidos Robert Kennedy, Theodore Sorensen y McGeorge Bundy.

Es finalmente la solución de un bloqueo marítimo de las armas ofensivas entregadas a Cuba por los cargueros soviéticos que adopta Kennedy y que se presentará bajo el término más pacífico de «cuarentena». El lunes 22, advirtió al primer ministro británico, Harold Macmillan, así como al presidente de la República Francesa, general de Gaulle, y declaró que se dirigiría a la nación ese mismo día a las 19 horas por televisión. Por la tarde, cita al embajador soviético Zorin y le entrega el texto de su discurso, en el que presenta las pruebas fotográficas y anuncia el establecimiento de la «cuarentena» para el 24 de octubre a las 10 horas.

El desenlace de la crisis

La opinión pública estadounidense reaccionó muy favorablemente, al igual que la Organización de los Estados Americanos (OEA), que aprobó por unanimidad las medidas tomadas el día 23. Oficialmente en la ONU ya través de los canales diplomáticos normales, la URSS emitió protestas vehementes, pero doce cargueros soviéticos fueron desviados y frenados el día 23. El 26, Jruschov, a través de canales no oficiales, hizo el gesto decisivo. Un secretario de la embajada soviética, A. Fomin, solicita una entrevista con J. Scali, periodista acreditado en la Casa Blanca. Propone una solución a la crisis, siempre que la URSS retire sus misiles bajo control de la ONU, que Cuba se comprometa en el futuro a no aceptar armas ofensivas y Estados Unidos a no invadir Cuba. Kennedy responde en secreto a la propuesta de Fomine. El 28 de octubre la crisis se resolvió sobre estas bases: los sitios fueron desmantelados el 12 de noviembre, la “cuarentena” levantada el 20.

¿Qué consecuencias?

Muchos autores han considerado la crisis cubana como muy importante en cuanto a sus consecuencias. Los más mencionados son la formalización de la coexistencia pacífica, la institución de vínculos directos entre el Kremlin y la Casa Blanca (teléfono rojo), el debilitamiento de la posición de Jruschov en la URSS, el refuerzo militar soviético en particular en lo que respecta a las fuerzas navales, la puesta en valor de los intereses vitales de las dos Grandes Potencias y la autolimitación de sus apuestas políticas ante una gran crisis.

Para obtener más información, consulte los artículos Estados Unidos: vida política desde 1945, Guerra Fría, URSS.

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