Los olvidados Ten piedad de ellos Los olvidados

Los olvidados

Drama de Luis Buñuel, con Alfonso Mejía (Pedro), Estela Inda (su madre), Ramon Martinez (su hermano), Roberto Cobo (Jaïbo), Miguel Inclán (el ciego), Alma Delia Fuentes (Meche).

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  • Guión: Luis Buñuel, Luis Alcoriza
  • Fotografía: Gabriel Figueroa
  • Decoración: Edward Fitzgerald
  • Música : Rodolfo Halffter, Gustavo Pittaluga
  • Ensamblaje: Carlos salvaje
  • Producción: Oscar Dancigers (Ultramar Films)
  • País : México
  • Fecha de lanzamiento : 1950
  • Su : en blanco y negro
  • Duración : 1 h 29
  • Premio : Premio al mejor logro; Premio Internacional de la Crítica, Cannes 1951

Abstracto

En los suburbios de México, una banda de niños más o menos abandonados vive del hurto. Su líder, Jaïbo, escapado de un centro de recuperación, organiza una expedición contra un anciano ciego. Convencido de que fue encerrado por una denuncia de Julián, lo mata frente a Pedro, a quien amenaza con represalias si lo entrega a la policía. Este último va a trabajar para un cuchillero al que Jaïbo le roba un cuchillo. Acusado injustamente, entregado por su madre seducido por Jaïbo, Pedro es internado en una granja escuela. Para darle confianza, el gerente le da un boleto para comprar puros. Pero Jaïbo se lo roba. Pedro lo desafía a pelear, lo denuncia públicamente y luego se esconde. Jaïbo lo mata antes de ser baleado a su vez por la policía guiada por el ciego.

Observación

Lo bello en el corazón de lo atroz

Es la primera gran película que hace Luis Buñuel desde Tierra sin pan, dieciocho años antes. Aparece por primera vez como una película social, cuasi-documental, producida con la colaboración del Ministerio de Justicia de México. Los delincuentes que muestra son niños no queridos a los que la sociedad y la miseria no les han dado la oportunidad de hacer otra cosa que luchar por su supervivencia, robar, robar o someterse más débiles que ellos. Buñuel describe el reverso de la civilización y la sociedad civilizada, una jungla atroz donde reina la crueldad. La película es tanto más trágica o pesimista cuanto que no ofrece salida: incluso el amor entre Jaïbo y la madre de Pedro solo tiene consecuencias negativas. El mal no se da, además, como proveniente de adultos que pervierten la pureza de la infancia: es inherente a la naturaleza humana. El mundo se reduce a «una especie de paraíso terrenal invertido del que una espada de fuego prohíbe la salida» (André Bazin).

Sin embargo, Los olvidados no es una película de tesis, un panfleto antisocial. Es sobre todo una obra poética, de esa poesía que ama el director, la poesía de lo atroz. La película nos lleva paulatinamente a una serie de contradicciones: el ciego al principio, primera víctima, se vuelve implacable, Jaïbo es un villano, pero sueña con la ternura maternal … Buñuel nos obliga a cambiar constantemente nuestro punto de vista, a descubrir más allá. el más atroz atroz todavía. Esta obra que gira en torno a la mirada (el ciego que hace a un lado el «mal de ojo», el niño llamado «Ojitos») es una obra visionaria, que nos obliga a mirar el mal a la cara, a admitir que es parte de la vida. Al contrario de todo apaciguamiento en lo atroz como de toda tentación consoladora, Buñuel ha producido allí la obra maestra del «cine de la crueldad».

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