Muro de las Lamentaciones

El Muro ubicado en la zona occidental de Jerusalén ha sido una reminiscencia de la victoria de Roma sobre los judíos durante milenios. Hoy es adorado como el rincón más sagrado del judaísmo, ya que es el último vestigio del segundo templo judío, construido después de la destrucción del anterior, construido por Salomón. En el año 20 a. C. fue reformada por Herodes el Grande, en un intento de ganarse la simpatía de César. En el 70 d.C. Muro de las Lamentaciones fue demolido por Tito, en una demostración de fuerza del Imperio Romano antes de la Gran Revuelta Judía.

Muro de las Lamentaciones.  Foto: slavamalai / Shutterstock.com

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Muro de las Lamentaciones. Foto: slavamalai / Shutterstock.com

En ese momento, Herodes ordenó la construcción de muros ostentosos diseñados para cerrar el monte Moriah, un lugar reverenciado porque Abraham habría ofrecido a su hijo Isaac como sacrificio a Dios, por esta razón elegido para albergar el Templo, dentro de este muro. De esta manera amplió este espacio, componiendo lo que actualmente se conoce como la Explanada de las Mezquitas, que hoy también alberga dos espacios sagrados del Islam, la Mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.

El Primer Templo, creado en el siglo X a. C., fue eliminado en el 586 a. C. por los habitantes de Babilonia; el Segundo ya fue construido por Esdras y Nehemías, durante el evento que se conoció como el Exilio de Babilonia – los judíos finalmente pueden regresar a su tierra natal, Judá, especialmente a Jerusalén, gracias a un Decreto de Ciro, que hace posible la reconstrucción de este santuario -, posteriormente demolido por Tito, que permite la conservación de un trozo del muro exterior para que los judíos guarden el recuerdo de su derrota ante Roma. Según los hebreos, sin embargo, este muro solo se mantuvo en pie gracias a una promesa de Dios, que les garantizaba la conservación de al menos una parte del Templo, como emblema de la unión de este pueblo con Dios.

Mientras los romanos dominaban Jerusalén, a los hebreos les estaba prohibido entrar a esta ciudad, mientras que en la época bizantina podían visitar las ruinas del Templo una vez al año, el día que recordaba la destrucción de este tabernáculo, cuando luego lloraban y lloraban. Lamentó la destrucción del Templo, lo que llevó a este rincón a ser conocido como el Muro de las Lamentaciones. La costumbre de rezar al pie del Muro y depositar papeles con súplicas y deseos de los fieles en las aberturas de este muro se cultiva desde hace varios siglos.

Entre los años 1948 y 1967 el Muro volvió a ser inaccesible para los hebreos, pues en este período Jerusalén se dividió, dejando al Jordán precisamente la parte que contenía el Templo. Posteriormente, tras la Guerra de los Seis Días, se volvió a liberar la entrada y el Muro se convirtió en símbolo de la victoria y en lugar sagrado, dejando de funcionar como depósito para la transformación de residuos en residuos inofensivos. La parte interior de la Explanada de las Mezquitas sería el lugar más venerado del planeta por los judíos, pero al no tener acceso a este espacio, el Muro se convierte en la esfera más consagrada de la Tierra.

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