Distopía – concepto filosófico –

distopía comúnmente se define como lo opuesto a la utopía. La etimología de la palabra nos recuerda que la utopía fue inventada por Tomás Moro en el siglo XVI. Su origen es griego y es el resultado de la unión de «o» – «no» – con «topos» – «lugar». El significado exacto sería entonces “ninguna parte”, pero su autor y sus seguidores lo utilizaron para designar un lugar donde todo funciona a la perfección (ALMINO, 2004). La distopía, sin embargo, es la unión de «dis«-» malo, malo «con» tops «-» lugar «. Y refleja el concepto filosófico contrario a la utopía.

Ambas palabras definen futuros imaginados y, por lo tanto, ficticios. Las utopías se guían por la fe en la justicia, en el bien común, en el fin de las miserias humanas. Las distopías presentan sociedades en las que las élites gobernantes subvierten deliberadamente la justicia a su favor o intereses. Por lo general, pueden leerse como formas de protesta contra el estado totalitario y las diferentes formas dictatoriales.

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El género tiene algunas obras expresivas, como la maquina del tiempo (1895) – HG Wells – y Erewhon (1872) – Samuel Butler, todavía en el siglo XIX. La literatura del siglo XX es rica en ejemplos de ficción distópica, entre los más célebres se encuentran: 1984, de George Orwell; Un mundo feliz, de Aldous Huxley; Nosotros, por Yevgeny Zamyatin; y El cuento de Aia, de Margareth Atwood. La principal característica de todas estas obras es relativizar el concepto de justicia y la creencia en la bondad humana.

Este género literario es poscristiano, según la autora Erika Gottieb (2001), quien informa en su obra “Ficción distópica Oriente y Occidente: Universo de terror y juicio”Sobre dos dilemas. El primero es el dilema cristiano, si en la Edad Media el conflicto entre la salvación y la condenación del alma por Dios, en nuestra era moderna y secular este drama traspone el conflicto entre la salvación y la condenación humana por parte de la sociedad en la arena histórica (GOTTIEB, 2001 , pág.3). Todos estos libros, incluso cuando se leen de manera informal, transmiten el mensaje de que el futuro debe estar preparado, que el presente debe manejarse bien para evitar la tragedia de un mundo peor. Aún queda clara, sin embargo, la relación entre el cielo y el infierno, entre el futuro laureado o el futuro en el que los hombres tendrán que afrontar las consecuencias de su existencia material.

Otro aspecto de las distopías a destacar es su carácter activista. Según Rabkin (1983), estas obras son una exhortación para que los lectores formen un futuro mejor o eviten uno peor. Según este aspecto programático, la literatura distópica pertenece al futuro, pero como toda obra literaria se refiere a su tiempo. Los miedos y esperanzas universales y el complejo de emociones que movilizan impactan al lector, haciéndolo reflexionar sobre el futuro.

Las distopías, además de la definición de “mal lugar”, sugieren una estructura social peor que la que existe en la actualidad. Si miramos las condiciones sociales del presente, podemos verlo como la distopía de un pasado anterior, pero esto no es suficiente para definir el género como un todo.

Los temas comunes de las distopías son la injusticia, el terror promovido por las dictaduras, el miedo al desarrollo científico técnico y la extinción de la humanidad. Esto nos hace reflexionar sobre las expectativas de las distintas sociedades y sus contextos históricos. La distopía, como género artístico y literario, reflexiona sobre la libertad y los mecanismos para su mantenimiento.

Referencias bibliográficas:

GOTTLIEB, E. Narrativa distópica Oriente y Occidente: universo de terror y juicio. Prensa de la Universidad de McGill-Queen, Montreal y Kingston · Londres, 2001.

RABIKIN, ES Ningún otro lugar: exploraciones de alternativas de ficción utópica y distópica. Prensa de la Universidad del Sur de Illinois, 1983.

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