Melancolía –

LA melancolía – en griego ‘bilis negra’ – se caracteriza por ser un estado mental depresivo sin una causa definida. Al igual que la depresión, también presenta síntomas como falta de coraje y energía para realizar determinadas acciones. Freud, en su texto clásico Luto e Melancholia, ya predijo una cierta dificultad para definir esta condición emocional. Según el psicoanalista, se parece al duelo, pero sin el contexto de la pérdida. El problema a la hora de identificar la melancolía es que se manifiesta de diferentes formas, lo que dificulta encajar en un solo bloque.

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Foto: MAD.vertise / Shutterstock.com

Así, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, definió la melancolía como un arduo estado de abatimiento, desinterés por las cosas del mundo, incapacidad para amar, moderación en la realización de cualquier tarea, baja paulatina de la autoestima, hasta llegar a un nivel de desánimo. deseo de un castigo. Estos mismos signos están presentes, según él, en el duelo, salvo por el desequilibrio de la autoestima. Sin embargo, hace muchos siglos, Hipócrates ya consideraba la melancolía como una enfermedad. A través de su teoría de los cuatro humores del cuerpo -angre, flema o pituita, bilis amarilla y bilis negra-, detectó la presencia de un desequilibrio en el bazo, influenciado por Saturno, asociado por muchos, hasta el día de hoy, con esta disfunción emocional. Según el médico, la estrella indujo a este órgano a expulsar un exceso de bilis negra, lo que provocó melancolía. Era común en la Edad Moderna atribuir a factores astrológicos la capacidad de responder de la manera del hombre en la Tierra. A medida que las concepciones cambian con el tiempo, en el Renacimiento y en el Romanticismo, la melancolía representaba un cierto glamour, un estado de mejora del alma.

Hoy en día, la melancolía se considera una enfermedad y se diagnostica a través de sus síntomas. El principal punto definitorio es la falta de motivación para este estado del alma, que lo diferencia del duelo. Pero incluso la psiquiatría moderna no ha podido definir exactamente esta dolencia emocional. De hecho, el propio Freud, en su obra, se refiere a ella como melancolía, depresión, depresión melancólica, como si fueran sinónimos, sin mucha distinción entre los diversos términos empleados. En ese momento, la psiquiatría alemana fue reemplazando gradualmente la palabra melancolía por la palabra depresión.

Algunos ven la melancolía no solo como una enfermedad, sino como un estado de ánimo, algo fugaz. El éxito de este tema, en cualquier caso, revela una gran identidad pública con él, tanto en los siglos pasados ​​como en la actualidad. Es igualmente objeto de divagaciones filosóficas y un tema muy querido por el filósofo Walter Benjamin. Recientemente, el escritor Moacyr Scliar escribió el libro Saturno en los trópicos, en el que también explora esta veta. Para el autor, lo que más se acerca al estado de melancolía es el sueño, porque ambos conducen a cierto entumecimiento, falta de acción, falta de iniciativa. La literatura brasileña está llena de protagonistas que tienden al humor melancólico: el médico en O Alienista, de Machado de Assis, y el más conocido, Jeca Tatu, de Monteiro Lobato.

El tratamiento convencional de la melancolía se basa sobre todo en antidepresivos tricíclicos, inhibidores del conductor de la serotonina y de la enzima MAO o, en casos más radicales, terapia convulsiva. A menudo, sin embargo, las terapias tradicionales pueden ayudar al paciente a encontrar la razón de sus sentimientos y, por lo tanto, ayudarlo a encontrar una cura.

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