Pintura de Paul Cézanne (c. 1895). Óleo sobre tela ; 130,5 x 96,5 cm. Musée d’Orsay, París.
Sin fecha, como todas las obras que debemos a los pinceles de Cézanne, este retrato monumental marca el apogeo del llamado período «constructivo» y puede fecharse a mediados de la década de 1890. El lugar de su creación podría ser entonces el propiedad de Jas de Bouffan, cerca de Aix-en-Provence, y el modelo desconocido empleado de la familia Cézanne. Esta forma de concebir la representación humana resulta de la aplicación de la fórmula que utiliza, en carta a Émile Bernard, el 15 de mayo de 1903, según la cual “se debe tratar la naturaleza por el cilindro, la esfera, el cono”. Las formas geométricas que constituyen esta figura monumental –y que se extienden hasta la naturaleza muerta, la taza y la cafetera representadas a la derecha– evocan los retratos de Piero della Francesca o los bustos del Renacimiento. Estos volúmenes que destacan sobre el parquet de un mueble en el que se apoya la modelo se suavizan con la presencia del papel pintado con flores irregulares, a la izquierda. La mancha de color cálido del mantel de la mesa de la derecha, representada en un plano paralelo al del cuadro, también contribuye a calentar el conjunto.