vitamina A o retinol –

Vitamina liposoluble esencial para la visión (especialmente el crepúsculo), el crecimiento, el sistema inmunológico, el metabolismo de las hormonas esteroides, la diferenciación de tejidos, etc.

También parecería que la vitamina A y sus precursores (sustancias a partir de las cuales se sintetiza), los carotenoides, en particular el betacaroteno, desempeñan un papel protector en determinadas enfermedades como el cáncer, la aterosclerosis o las cataratas al proteger sustancias de oxidación esenciales para el metabolismo celular.

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Necesidades y fuentes

La cantidad diaria recomendada de vitamina A es de 600 microgramos para mujeres adultas, niños a partir de 10 años (menos antes de esta edad) y ancianos, 800 microgramos para hombres adultos, adolescentes y mujeres embarazadas y 950 microgramos para mujeres en período de lactancia.

Esta vitamina se encuentra en muchos alimentos, algunos de origen animal – hígado, huevos, pescados grasos, leche entera y productos lácteos sin desnatar (mantequilla, nata) – otros de origen vegetal: frutas y verduras, yemas (limones, pomelos) o la naranja (mangos, naranjas, zanahorias) contienen carotenoides, que se convierten parcialmente en vitamina A en el cuerpo. La vitamina A se puede oxidar con el aire y la luz. También es sensible a la cocción.

Deficiencia

La deficiencia de vitamina A, vinculada a una ingesta insuficiente de alimentos o anomalías digestivas (malabsorción), es rara en los países desarrollados, pero muy común en los países en desarrollo, donde es la principal causa de ceguera en los niños. Uno de sus primeros síntomas es la ceguera nocturna (disminución de la agudeza visual en la oscuridad), que puede asociarse a sequedad ocular (xeroftalmía) y piel.

Uso terapéutico e hipervitaminosis.

La ingesta de vitamina A está indicada en la correspondiente deficiencia y en casos de acné, psoriasis o ictiosis (enfermedad crónica de la piel caracterizada por piel gruesa, seca y rugosa); la administración es por vía oral, a veces mediante infusiones o inyecciones subcutáneas.

Las ingestas excesivas de vitamina A, principalmente de origen medicinal, pero que también pueden ser de origen alimentario (consumo excesivo del hígado, por ejemplo), son tóxicas; la intoxicación aguda se manifiesta por dolor de cabeza, somnolencia, trastornos de la piel; La intoxicación crónica, que se produce después de meses o incluso años de consumo excesivo, provoca náuseas, trastornos cutáneos (descamación), daño hepático (cirrosis), dolor y, en los niños, anomalías óseas responsables del retraso del crecimiento. Finalmente, en mujeres embarazadas, la hipervitaminosis A puede provocar malformaciones del feto, en particular de su sistema nervioso.

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