Abolicionismo criminal – que es, motivaciones – Sociología

la perspectiva de abolicionismo penal parte de una severa crítica a la ineficiencia y selectividad del sistema penitenciario contemporáneo. En sus aspectos más radicales, radical aquí en el sentido de ir a la raíz del problema, el abolicionismo propone la extinción inmediata de las cárceles y su sustitución por otros métodos de justicia. Esta perspectiva, defendida por un número creciente de juristas, científicos y movimientos sociales, puede provocar un gran distanciamiento a primera vista. Esto se debe a que naturalizamos las cárceles como el único método para hacer frente a la desviación social tipificada en forma de delito. Veamos, sin embargo, algunos argumentos pertinentes planteados por el abolicionismo penal.

El primer punto a tener en cuenta es la ineficiencia del sistema penitenciario. Hoy, en Brasil, hay más de 1500 unidades de privación de libertad activas, ofreciendo poco más de 400 mil vacantes. Sin embargo, la población carcelaria ha ido creciendo a una escala intensa, por lo que, en promedio, las cárceles han albergado el doble de personas de lo esperado a su capacidad máxima. En algunas unidades esta tasa es mucho mayor, reproduciendo las conocidas escenas de hacinamiento y provocando situaciones de rebelión y conflicto, como el episodio emblemático de la Masacre de Carandiru, que en 1992 provocó la muerte de más de 100 detenidos.

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Desde la década de 1990 hasta la actualidad, la población carcelaria en Brasil ha aumentado en más de un 500%. Brasil es uno de los países que más arresta a personas, sin embargo, el gran problema es que, además de que este sistema tiene un costo enorme para el Estado, el confinamiento masivo no ha contribuido a la reducción de las tasas de criminalidad ni ha cambiado la sensación de inseguridad de la población.

Celda hacinada en una comisaría de policía de Bahía. Foto: Joa Souza / Shutterstock.com

Las cárceles se basarían en promover la resocialización del individuo, actuando sobre su reintegración social. Sin embargo, este claramente no ha sido su efecto en la mayoría de los casos. Ocupadas por varias facciones, las cárceles son ahora espacios de articulación del crimen organizado, ya que la asociación del interno con uno de estos grupos a menudo resulta ser la única forma de supervivencia en el espacio carcelario. Las cárceles también han sido identificadas como un lugar de tortura, violencia y violación generalizada de los derechos humanos, incluso en el caso de los espacios carcelarios para menores.

Otro punto que es objeto de críticas por parte de los abolicionistas penales es la selectividad de este sistema punitivo. Personas de diferentes clases sociales cometen delitos. El narcotráfico, por ejemplo, es una red compleja que va desde pequeños distribuidores que trabajan en la favela hasta grandes empresarios involucrados en esquemas internacionales de lavado de dinero y tráfico de armas. Sin embargo, la selectividad del sistema penal significa que, por regla general, solo los pobres son realmente castigados y encarcelados. También hay un enfoque racial aquí, ya que la población carcelaria ahora está compuesta principalmente por personas negras y morenas. Además, más del 40% de esta población aún no ha sido juzgada por sus delitos, lo que significa que pueden pasar años en prisión antes de que su caso sea realmente juzgado. ¿La solución a este problema sería construir más cárceles y arrestar a más personas? No necesariamente.

Los teóricos abolicionistas penales señalan que las cárceles solo son efectivas como un medio para controlar a la población pobre. En el imaginario popular, las cárceles están llenas de gente violenta y peligrosa. Sin embargo, es importante señalar que la comisión de delitos violentos, como asesinato, violación y agresión doméstica, representa solo el 11% del total de acusaciones dirigidas a personas encarceladas. La inmensa mayoría de estas personas están encarceladas por trata, robo y hurto. El abolicionismo penal nos invita a considerar, si no en la compleja propuesta de extinción de las cárceles, al menos en la apreciación de alternativas para enfrentar socialmente el desvío, como las medidas preventivas y las prácticas de justicia conciliadora y reparadora.

Referencias:

DAVIS, Ángela. ¿Son obsoletas las cárceles? Río de Janeiro: Diefel, 2018

Agenda Nacional de Despido 2016-2017. Disponible en: https://carceraria.org.br/wp-content/uploads/2018/11/AGENDA_EN_2017-1.pdf

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