Casa Grande – Historia del Brasil Colonial

El sistema patriarcal de colonización portuguesa en Brasil, representado por el casa Grande, era un sistema de compromiso plástico entre […] dos tendencias. Si bien expresaba una imposición de formas europeas (ya modificadas por la existencia asiática y africana del colonizador) sobre el medio tropical, representaba un compromiso con las nuevas condiciones de vida y medio ambiente. La casa de la plantación que el colonizador comenzó a construir en Brasil en el siglo XVI […] no era una reproducción de las casas portuguesas, sino una nueva expresión, correspondiente a nuestro entorno físico ya una fase sorprendente e inesperada del imperialismo portugués: su actividad agraria y sedentaria en el trópico; su patriarcado rural y esclavocrático. (Gilberto Freyre, 2006).

LA Casa Grande hay que pensarlo desde dos perspectivas que no están en modo alguno disociadas. El primero de ellos caracteriza un sistema administrativo relacionado con la economía del monocultivo terrateniente, con la formación del modelo de familia patriarcal y los procedimientos de esclavitud que lo acompañaron en diferentes puntos de la colonización portuguesa en América. El segundo revela una permanencia histórica, basada en jerarquías políticas, estratificaciones sociales y privilegios terratenientes que aún persisten en la sociedad actual. Esta última perspectiva no dialoga en modo alguno con la realidad social brasileña donde millones de ciudadanos viven segregados por discursos basados ​​en procesos históricos excluyentes que enmascaran la génesis de la miseria, la pobreza y los prejuicios étnico-raciales derivados de la ausencia de conocimiento de la causa. En todo caso, independientemente de la perspectiva desde la que se analice el concepto de Casa-grande, no debe entenderse sin la relación diacrónica que se establece con su opuesto básico, la Senzala.

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Fernando Henrique Cardoso, en la presentación de la 51 edición de la obra Casa grande y alojamiento de esclavos, publicado por Gilberto Freyre (1933), observó que latifundio y esclavitud bien podrían ser sinónimos de casa grande y barrios de esclavos, siendo de hecho pilares del orden esclavista. Gilberto Freyre, en el prefacio de la 1ª edición brasileña de la obra, señaló que la Casa-grande y su complemento más indispensable, los barrios de esclavos, representa un sistema económico, social y político caracterizado por la producción (monocultivo latifundista); para el trabajo (basado en el sistema esclavo); transporte (carro de bueyes, red, caballo, etc.); por la religiosidad (basada en el catolicismo familiar, capellán subordinado al patriarca, culto a los muertos, entre otras prácticas propias de esa época); por la caracterización específica de la vida sexual y familiar (denominada por el autor patriarcado polígamo); para la higiene del cuerpo y de la casa (diferentes tipos de baños y lavados de pies) y, sobre todo, para la relación política, basada en la protección y favoritismo de algunos de los subordinados más cercanos del patriarca (lazos piadosos). Así, como centro de cohesión patriarcal y religiosa, la Casa-grande se convirtió en la base de la organización social esclavista brasileña en el período colonial.

Aunque más asociado con las plantaciones de caña de azúcar esparcidas por el noreste de Brasil y el patriarcado característico del norte, Casa-grande también debe entenderse de las grandes plantaciones de café desarrolladas en el sureste, especialmente en la región occidental de São Paulo. Sin embargo, a pesar de la característica de monocultivo y latifundio, su estabilidad fue apoyada por el negro de los barrios esclavistas. Los grandes terratenientes concentraron poderes sobre hombres, mujeres y grandes extensiones territoriales. Sus grandes casas representaban el poder que tenían en sus manos. Gilberto Freyre observó que el sudor y muchas veces la sangre de los negros era el aceite que, más que el aceite de ballena (que constituía la argamasa de los grandes edificios), ayudaba a sentar los cimientos de las grandes casas. Una vez, en el noreste, un plantador habría hecho matar y enterrar a dos esclavos en los cimientos de su casona, dándole la consistencia y fortaleza necesarias para mantener la “estabilidad patriarcal” de su amo.

Incluso después de la abolición de la esclavitud, el patriarcado siguió influyendo en el comportamiento, el discurso y las actitudes morales de la sociedad brasileña. El latifundio monocultivo, acentuando los abusos típicos de su sistema de trabajo, encontró, en algunas regiones del país, posibilidades de persistir hasta la actualidad. Los proyectos agrícolas y extractivos, materializados a gran escala, muestran las intenciones de un Banco Ruralista, articulado en el Congreso Nacional, que desconoce los derechos humanos, repasando las particularidades históricas de las comunidades quilombolas e indígenas, vestigios de un pasado reciente con muchos proyectos de ley. para ser recogido.

Ilustración

Dibujo de Cícero Dias que presenta un modelo de Casa-grande, desarrollado en 1933 para ilustrar la 1ª edición de Casa-Grande & Senzala, de Gilberto Freyre. Disponible en: https://br.pinterest.com/pin/548242954617366208/; Consultado en: 04 dic. 2017.

Referencias:

FREYRE, Gilberto. Casa-grande y barrios de esclavos: formación de la familia brasileña bajo el régimen de economía patriarcal; presentación de Fernando Henrique Cardoso – 51ª edición. São Paulo: Global, 2006.

BELLUZZO, Luiz Gonzaga. El país de la Casa Grande. Mayúscula, 16 de agosto. 2017. Disponible en: https://www.cartacapital.com.br/revista/965/o-pais-da-casa-grande; Consultado en: 04 dic. 2017.

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