Segunda diáspora griega

A Segunda diáspora griega ocurrió debido a la necesidad de buscar nuevas tierras de cultivo. Las personas que vivían al margen de la sociedad, sometidas a la concentración de la tierra en manos de unos pocos, necesitaban encontrar suelos fértiles para el cultivo de su subsistencia y se expandieron hacia la Península Itálica y el Mar Negro. Con la nueva organización de la sociedad basada en el genos, la unidad de tierra donde vivían las familias que cultivaban para la subsistencia del grupo, se produjo una concentración de la renta en unos pocos y una explotación de los campesinos sin posesiones. Esta relación condujo a graves crisis y deudas que podrían conducir a la esclavitud.

Así, mientras aumentaba la población del genos, las desigualdades sociales aumentaban en la misma proporción. Los miembros de la comunidad más cercanos al líder local obtuvieron la mejor tierra para el cultivo, mientras que aquellos que no estaban estrechamente relacionados obtuvieron la peor tierra y la menos fértil. Este sistema colapsó significativamente, pero formó un grupo dominante, que tenía, además del poder territorial, el poder político en la región. Eran los llamados Eupatrids, o bien nacidos, los que estuvieron al frente de la organización del sistema de polis posteriormente.

Durante la Primera Diáspora griega, las invasiones dorias y las condiciones climáticas provocaron una salida masiva de Hellas. Las invasiones fueron constantes en la época, y pueblos indoeuropeos como los aqueos, los jonios, los eolios y los dorios, a través de invasiones, formaron la sociedad griega. El movimiento que culminó en la segunda diáspora griega es el resultado de una nueva organización social en la región, basada en la pequeña propiedad familiar que conformaba una sociedad gentilicia, donde cada núcleo era responsable de una pequeña producción destinada a la subsistencia. Sin embargo, las tierras fértiles no eran numerosas y la población estaba en proceso de crecimiento. Mientras un líder político ocupaba las mejores tierras para el cultivo, las familias más cercanas a él ocupaban las tierras aún fértiles, llevando a una importante capa de la sociedad a vivir en condiciones de marginación. El líder político también era dueño no solo de la tierra sino también de los esclavos. Comandaba el trabajo de los campesinos, que vivían en una relación muy desigual: para que pudieran sembrar y cosechar en la tierra del líder, debían pagarle por el uso de la tierra con los insumos del productor. En esta lógica, la deuda era común y constante.

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Cuando se encontraron en una situación desfavorable para su propio sustento y supervivencia, hombres y mujeres partieron en busca de nuevas tierras fértiles. Incluso enfrentando conflictos con otros pueblos, se asentaron en regiones ya ocupadas, principalmente en la Península Itálica y a lo largo del Mar Negro. Las personas que emigraron en busca de mejores condiciones de vida y sustento llevaron consigo la cultura griega, que expandieron. Así, se formaron nuevos asentamientos de colonización griega. Este movimiento dio lugar nuevamente a una intensificación de las relaciones comerciales a través de los mares, actividad que entró en crisis tras la civilización micénica.

El proceso de la segunda diáspora griega marcó no solo la salida de personas de la región para poder sobrevivir, sino también una expansión de la cultura griega con la formación de colonias alrededor del mar Mediterráneo. Este escenario supuso un estímulo para el comercio marítimo, favorable gracias a la geografía de la región ya la tradición y conocimiento del mar por parte de los griegos.

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