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Isótopo radiactivo de yodo, anotado 131 Yo, cuyo número de masa es igual a 131.
El yodo-131 es un radioisótopo particularmente temido cuando se libera accidentalmente al medio ambiente porque se concentra en la tiroides y puede alterar su función.
1. Orígenes
El yodo 131 no existe de forma natural. Sin embargo, el yodo-131 se produce naturalmente durante las raras fisiones espontáneas del uranio natural (→ radiactividad).
Por otro lado, grandes cantidades de este radioisótopo se producen por fisión (uranio y plutonio) en reactores nucleares. El yodo-131 es, por tanto, un residuo radiactivo, clasificado como de vida corta debido a su vida media de 8,02 días. Por lo tanto, se elimina completamente por desintegración radiactiva mucho antes del inicio de la fase de reprocesamiento del combustible.
También se produjeron grandes cantidades de yodo-131 durante numerosas pruebas nucleares atmosféricas llevadas a cabo entre las décadas de 1940 y 1990. Pero debido a su rápida desintegración radiactiva, estas masas de yodo-131 han desaparecido hace mucho tiempo.
Además, al igual que el cesio 137, el yodo 131 es también una de las principales fuentes de contaminación radiactiva durante los accidentes de reactores nucleares, siendo las más conocidas las de las centrales eléctricas de Three Miles Island (Estados Unidos). En 1979, Chernobyl (Ucrania) en 1986 y Fukushima (Japón) en 2011.
2. Propiedades
Como todos los isótopos del yodo (que tiene 37 radioisótopos en total), el núcleo del yodo-131 tiene 53 protones, pero se distingue por su número de neutrones igual a 78. Su espín es 7/2 y su masa atómica es aproximadamente 130.906 (→ átomo).
El yodo 131 se desintegra en xenón 131 (nucleido estable) según el modo de desintegración β– (transmutación de un neutrón en un protón) mediante la emisión de rayos beta (electrones) y rayos gamma de alta energía (energía de desintegración igual a 0,971 MeV).
Es un isótopo radiactivo cuya vida útil se considera relativamente corta. Su vida media, o vida media (es decir, el tiempo después del cual la mitad de los núcleos radiactivos, inicialmente presentes, se han desintegrado) es de 8,02 días.
3. Toxicidad
Desde el punto de vista radiotoxicológico, el yodo-131 es un isótopo de alto riesgo debido a su gran movilidad en el medio, su buena asimilación en el organismo y su acumulación en el tiroides.
3.1. Efectos sobre la salud del yodo-131
La toxicidad radiactiva del yodo-131 se mide mediante una cantidad denominada «factor de dosis por ingestión», cuya unidad es el sievert por becquerel (Sv / Bq). Esta radiotoxicidad varía considerablemente con la edad de la persona expuesta. De hecho, el yodo se une a la tiroides, que juega un papel fundamental en el crecimiento. Por eso, los bebés y los niños son mucho más sensibles que los adultos a la ingestión de yodo radiactivo.
Sin embargo, uno puede protegerse contra la contaminación con yodo-131 absorbiendo yodo no radiactivo (generalmente en forma de gránulos de yoduro de potasio KI), que tiene el efecto de saturar la glándula tiroides. Pero es innecesario y peligroso tomar yodo sistemáticamente como medida preventiva. La forma más sencilla es seguir las recomendaciones de las autoridades públicas para poder tomar la dosis adecuada en el momento adecuado.
Una vez fijado en la tiroides, la vida media biológica del yodo-131 (es decir, el tiempo después del cual la mitad del yodo-131 concentrado en la tiroides se libera fuera de la glándula) es de aproximadamente 80 días.
Para obtener más información, consulte el artículo. irradiación.
3.2. Efectos del yodo-131 en el medio ambiente
En el medio ambiente, el yodo-131 sigue los procesos de transferencia habituales: dispersión aérea, deposición y absorción por las plantas, absorción por las raíces, ingestión por los animales.
Durante un accidente nuclear, el contenido de yodo-131 se controla de cerca en la cadena alimentaria durante varias semanas. Los controles de radiactividad se refieren principalmente al agua, la leche y las verduras de hoja como la espinaca y la lechuga. Sin embargo, debido a su corta vida media, la cantidad de yodo-131 se reduce a la mitad cada 8 días y, por lo tanto, se elimina rápidamente.
Se utilizan diferentes técnicas para medir el yodo-131, incluido el recuento de centelleo líquido y los métodos de espectrometría gamma.
4. Usos diagnósticos y terapéuticos
A dosis bajas, El yodo-131 se utiliza como trazador para el diagnóstico debido a sus rayos gamma. Usando cámaras gamma, es fácil seguir el destino de estos radioisótopos en todo el cuerpo. Dado que el yodo se une selectivamente a la tiroides, esta técnica de imagen (gammagrafía) es particularmente interesante ya que permite observar la actividad de la tiroides y la presencia de anomalías como nódulos calientes o fríos. Sin embargo, el yodo-131 es reemplazado cada vez más para estas gammagrafías por otro radioisótopo de yodo, el yodo 123, también emisor de rayos gamma y cuya vida media es más corta (13,3 horas).
En una dosis más alta, El yodo 131 también se usa para la radioterapia para el cáncer de tiroides. De hecho, los rayos beta emitidos por el yodo 131 destruyen las células que lo han fijado. Además, al tener los rayos beta un camino corto, la irradiación se limita ventajosamente al área requerida a tratar. Este tratamiento permite reducir la actividad de la glándula tiroides o sus nódulos en caso de hipertiroidismo, completar una extirpación quirúrgica de la glándula en caso de cáncer o detectar la aparición de metástasis cancerosas. El tratamiento con moléculas marcadas con yodo 131 también está indicado para destruir o reducir el tamaño de ciertos tumores suprarrenales o hepáticos.
La administración de los diferentes isótopos de yodo radiactivo es en forma de yoduro de sodio (NaI) o potasio (KI), o yodato de potasio (KIO3).