Atracones –

Toda compulsión esconde un impulso que no se puede controlar. Hay varios tipos: atracones, robar e incluso sexual. El atracón ha sido investigado por médicos desde 1959. Se considera un trastorno psiquiátrico, junto con la bulimia y la anorexia nerviosa.

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Foto: Dobles / Shutterstock.com

Este trastorno puede mostrar más o menos seriedad en sus expresiones y puede ser un efecto secundario de los trastornos antes mencionados, o también formar parte del marco de atracones periódicos – BED -, como se conoce oficialmente a este desequilibrio en la alimentación. Su manifestación más grave se expresa en inglés como ‘atracones‘, término que aún no tiene una traducción adecuada para nuestro idioma.

Se puede describir como una fase en la que el sujeto ingiere una cantidad abundante de alimento, en un período mínimo de tiempo, sin poder controlar sus acciones. Poco después, atraviesa momentos de tristeza, arrepentimiento y autocondena. Según datos de expertos, algunas personas alcanzan el nivel de diez mil calorías en un solo episodio de ‘atracones’.

El diagnóstico de ‘atracones’ o BED se basa en la presencia de incidentes cada vez más constantes de atracones. Esta, para caracterizarse como tal, debe presentar la deglución de una gran cantidad de alimento en un período de tiempo determinado, lo más breve posible; y un sentimiento de total falta de control sobre esta actitud, de no poder detener este proceso en absoluto.

La persona, durante esta crisis, se alimenta más rápido que en cualquier circunstancia normal; come hasta que causa malestar en su cuerpo; devora una gran cantidad de alimentos incluso cuando no tiene hambre; siente que su comportamiento no es normal, por lo que se aísla de los demás para comer; atraviesa momentos de autorrechazo, culpa e incluso depresión después de comer de esta manera. Cuando la compulsión se convierte en «atracón», el paciente pasa por este período de alteración durante al menos dos días a la semana durante seis meses.

La categoría de trastorno por atracón se creó en 1991. No todos los atracones entran en esta forma más grave. Una persona puede, durante algún tiempo, comer en exceso, por ansiedad, carencia, como compensación en caso de dietas, sin presentar las características descritas anteriormente. A diferencia de los pacientes con este problema, ella no recurrirá a purgantes, ayunos extensos, ejercicio físico excesivo u otros dispositivos compensatorios. Sobre todo, la pérdida de control, la sensación de no poder elegir, y el intenso sufrimiento tras la crisis. Mucha gente come tanto, sin poder parar, que vomita porque el estómago no puede soportar tanta comida.

Durante el tratamiento, el paciente necesita experimentar un aprendizaje intenso, el de interactuar normalmente con todo tipo de alimentos. También puede ser necesaria una buena terapia, ya que los «atracones» a menudo se asocian con algunos factores psíquicos y orgánicos. Alguien, por ejemplo, que está a dieta, puede ceder al impulso de comer algo que para él es, de momento, tabú. Además de otras causas, esta actitud puede llevar a una pérdida del control dietético. Hoy en día, las recetas dietéticas evitan la prohibición de ciertos alimentos, para no provocar este tipo de tentación.

En cuanto a los factores orgánicos, la serotonina, un vehículo para transmitir mensajes entre las células nerviosas del cerebro, actúa de manera decisiva en nuestras actitudes alimentarias. Los carbohidratos, por ejemplo, estimulan naturalmente la producción de estos neurotransmisores. Cuando hay una reducción drástica de esta sustancia, debido a una falta duradera de carbohidratos, la persona pierde sus riendas más importantes en el acto de comer, dando lugar a la invasión de la compulsión.

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