Cultura helenística:

LA Cultura helenística o helenismo fue el resultado de la fusión de elementos de la cultura griega helénica con la cultura occidental, destacándose con elementos originales y llamativos, que caracterizaron las regiones conquistadas por el Imperio de Alejandro Magno.

Hellas, una región entre el centro y el norte de Grecia, cuyos habitantes, los helenos, prestaron su nombre a la civilización helenística, que se extendió por todo Oriente, no solo a través de una lengua común (koine) sino también a través de las prácticas de educación, artesanía, comercio y escultura.

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Durante 13 años Alejandro Magno (336-323 aC) conquistó Egipto, Mesopotamia, Siria, Persia y llegó a la India.

Con Macedonia y Grecia, estas regiones formaron el mayor imperio conocido hasta entonces. Sus logros favorecieron el surgimiento de una nueva cultura heredada de la griega, pero diferente de ella por la enorme dosis de elementos orientales, denominada «cultura helenística» o «helenismo».

Para obtener más información sobre aspectos del helenismo distintos de la cultura, consulte: Período helenístico: helenismo.

Arte en la cultura helenística

El helenismo se caracterizó por presentar un arte más realista, expresando la violencia y el dolor, componentes constantes de los nuevos tiempos de guerra.

La cultura helenística reemplazó la concepción clásica de que «el hombre es la medida de todas las cosas» por el monumentalismo, el pesimismo, el negativismo y el relativismo.

Los principales centros de difusión de los valores del helenismo y la cultura helenística fueron: Alejandría (Egipto), Pérgamo (Asia Menor) y la isla de Rodas, en el mar Egeo.

El helenismo desarrolló una arquitectura donde predominaba el lujo y la grandeza, debido a la magnificencia del Imperio macedonio. Alejandría tenía numerosos edificios públicos y privados, palacios y templos de mármol, incluida su monumental Biblioteca de Alejandría, con miles de papiros.

O El Faro de Alejandria, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, ubicada frente a la ciudad, en la Isla Faros, y el Altar de Pérgamo dedicado a Zeus (reconstruido en el Museo Real de Berlín).

La Cultura Helenística destacó en el arte de la Escultura, con sus obras monumentales, entre ellas, laocoonte y sus hijos (Museo Vaticano, Roma), la Venus de Milo, escultura de la diosa Afrodita, encontrada en la Isla de Milo (Museo del Louvre, París) y el Cargador de agua (Museo Capitolino, Roma).

Filosofía en la cultura helenística

A Filosofía, El helenismo dio lugar a nuevas corrientes filosóficas, tales como:

  • Estoicismo: fundado por Zeno de Cition, defendía la felicidad como equilibrio interior, en el que ofrecía al hombre la posibilidad de aceptar, con serenidad, el dolor y el placer, la fortuna y la desgracia.

  • Epicureísmo: fundado por Epicuro de Samos, quien predicó la consecución del placer, base de la felicidad humana, y defendió la alienación de los aspectos negativos de la vida.

  • Escepticismo: fundada por Pirro, se caracterizó por la negatividad y defendió que la felicidad consiste en no juzgar nada, despreciaba las cosas materiales porque afirmaba que todo conocimiento humano es relativo.

La ciencia en la cultura helenística

A Matemáticas del helenismo se destacaron Euclides y Arquímedes, quienes desarrollaron la geometría. Euclides usó la geometría en sus estudios de física. La física (mecánica) también mereció una atención especial por parte de Arquímedes, lo que hizo posible la invención de nuevas armas de ataque y defensa.

A Astronomía Aristarco e Hiparco destacaron en su intento de medir el diámetro de la Tierra y las distancias de nuestro planeta al Sol y la Luna. Aristarco lanzó la hipótesis heliocéntrica, es decir, que la tierra y los planetas giraban alrededor del Sol, lo cual no fue aceptado en el momento.

La división del Imperio macedonio que siguió a la muerte de Alejandro y las sucesivas luchas internas resultaron en un debilitamiento político, que permitió la conquista romana, llevada a cabo durante los siglos II y I a.C. Sin embargo, incluso conquistando Grecia, Roma tuvo que inclinarse ante el esplendor de la cultura helenística.

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