Modelo copernicano versus modelo ptolemaico

A lo largo de la historia de la humanidad, se produjeron muchas discusiones sobre fenómenos físicos, considerando la necesidad que tiene el hombre de conocer la Tierra y el Universo donde se ubica este planeta.

Inicialmente, filósofos como Aristóteles (384–322 a. C.) creían que la Tierra sería el centro del Universo. En otras palabras, esta sería una referencia absoluta. En este sistema, las estrellas formaron una especie de esfera concéntrica con la Tierra y giraron a su alrededor. Asimismo, la Luna y el Sol, cada uno en su «capa esférica». En estos casos, sería necesaria una fuerza actuante, ya que Aristóteles no conocía ni pensaba en la ley de la inercia.

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Claudio Ptolomeo (87-150), basándose en las ideas de este filósofo griego, desarrolló un modelo matemático para explicar el movimiento de los planetas y estrellas conocidos en ese momento. En este modelo, algunas órbitas tenían forma de espiral (como la línea descrita por el resorte de un cuaderno en espiral, imaginándola en un avión). Esto es hoy inaceptable, ya que requeriría la acción de una fuerza, dirigida hacia el centro de la espiral, para mantener un cuerpo celeste restringido a este tipo de movimiento.

Con el tiempo, surgieron nuevas ideas. Entre los más relevantes se encuentra el de Nicolás Copérnico (1473-1543). Consiste básicamente en colocar al Sol como centro del Universo.

En este modelo, los planetas giran alrededor del Sol, realizando movimientos restringidos a formas elípticas, que fueron explicados matemáticamente por Johannes Kepler (1571-1630).

Discusiones como estas revolucionaron la física. Este paradigma se conoció como Revolución copernicana y hasta hoy el Modelo copernicano es aceptado y utilizado en Física Clásica.

Referencias bibliográficas:
GALILEI, Galileo. Diálogo sobre los dos grandes sistemas mundiales: ptolemaico y
Copérnico. trans. Pablo R. Mariconda. São Paulo: Discurso editorial, 2001. 882 p.

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