principios de placer y realidad

El placer es una sensación (o sentimiento) placentero, ligado a la satisfacción de una necesidad, del orden que sea, o al cumplimiento de un deseo.

En psicología, la palabra «placer» se opone a la de «dolor» o «frustración».

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Fisiología del placer

Por razones comprensibles, la psicología clásica, que estudiaba el dolor, no abordó en la misma medida el estudio del placer (difícil de realizar en el laboratorio). Pero las primeras investigaciones ayudaron a destruir el paralelismo del rigor con el dolor. El fisiólogo alemán von Frey, por ejemplo, había descubierto en 1892 que había receptores de dolor específicos en la infraestructura del tacto, «puntos de dolor», distintos de los puntos de sensibilidad a la presión y al calor, y que tenían sus propias vías de conducción hacia el cerebro a través de la sustancia blanca de la médula espinal.

Las búsquedas para encontrar los «puntos de placer» correspondientes, por otro lado, han fracasado por completo. Es cierto que experimentos muy recientes han probado que existen en los animales (y probablemente también en el hombre) zonas cerebrales cuya excitación provoca reacciones de placer (Olds y su escuela). Pero estas son regiones centrales del sistema nervioso y las excitaciones tienen lugar en condiciones muy artificiales.

El placer es en efecto una realidad fisiológica y psicológicamente más compleja que el dolor, y su estudio sólo puede emprenderse situándolo en relación con las necesidades fundamentales de la vida orgánica, social y cultural.

Para obtener más información, consulte el artículo Placer [sexualité].

estudio psicoanalítico

Trabajando en esta dirección, el psicoanálisis freudiano renueva y enriquece, de forma experimental, la concepción del placer, centrando su estudio en el más incomprendido: el placer sexual. La concepción freudiana del placer se puede resumir a partir de las siguientes ideas fundamentales.

Cabe distinguir entre el placer funcional, que surge de la satisfacción de una actividad vital, y el placer de órganos. Para el infante, mamar el pecho de la madre es, por ejemplo, un placer funcional, chuparse el dedo es un placer orgánico. El placer del órgano surge de la placentera reducción de tensiones provocadas en ciertas regiones del cuerpo llamadas zonas erógenas. En principio, cualquier región del cuerpo puede ser o convertirse en zona erógena, pero, de hecho, algunas de ellas están más particularmente predispuestas a ello: regiones bucales, anales, genitales, pezones, etc.

Hay, por supuesto, un placer funcional con respecto a la sexualidad, ligado a la realización del coito, pero sólo la psicología tradicional lo tomó en consideración, asimilando prácticamente las dos nociones de sexualidad y genitalidad. En realidad, según Freud, el placer genital del organismo fisiológicamente adulto está precedido, en la primera infancia, por una compleja serie de satisfacciones debidas a la excitación de las zonas erógenas, a la reducción de esta excitación independiente de cualquier función vital. Este es el significado del descubrimiento de Freud de la sexualidad infantil y el autoerotismo. La forma en que el ser humano realiza su sexualidad en estas fases previas a la pubertad es determinante para su posterior equilibrio afectivo.

Lo que durante mucho tiempo ha ocultado al observador la existencia del placer sexual pregenital es que se basa en funciones vitales que, a diferencia de la genitalidad, existen desde el nacimiento. El niño que mama experimenta un placer que es ante todo comida, pero sobre el que viene a injertarse, como un «bonus», un placer de naturaleza ya sexual del que chuparse el dedo es sólo el sustituto. El placer debido a la excitación de las zonas erógenas no puede explicarse en términos puramente fisiológicos. Estas zonas, en un contexto psicosocial que varía según las diferentes culturas humanas, son en realidad los puntos a través de los cuales el cuerpo del niño entra en profundas relaciones afectivas con su entorno humano, los lugares donde el amor que le llevamos. De ahí su importancia puramente psicológica y el papel que juegan en la constitución de su personalidad.

Generalizando las opiniones anteriores, Freud se vio llevado a buscar el placer en todas sus formas, que designa con el nombre de principio de Placer, uno de los dos principios fundamentales que rigen la vida humana. El principio del placer exige la satisfacción, por los caminos más cortos, de todos los impulsos conscientes o inconscientes de la psique humana. Pero muy pronto se topa con un principio antagónico, el principio de realidadque impone la renuncia al placer por las funestas consecuencias que acarrearía para el individuo, por las prohibiciones socioculturales

«principio de placer», «principio de realidad»

El principio del placer constituye, pues, para Freud, uno de los dos principios que rigen el funcionamiento psíquico: la actividad psíquica, en su conjunto, tiene por objeto evitar el displacer y procurar el placer. Freud especifica que este principio es un principio económicoen la medida en que, si el displacer está relacionado con el aumento de las cantidades de excitación, el placer, en cambio, está relacionado con su reducción.

Sin embargo, la noción de principio de placer interviene principalmente en la teoría psicoanalítica al estar ligada a la de principio de realidad, constituyendo estos dos principios los dos principios del funcionamiento psíquico.

Esto pone de relieve la razón por la cual, en psicoanálisis, el placer no puede equipararse con “el apaciguamiento de una necesidad”. La noción de placer aparece, de hecho, en este campo, más ligada a procesos (“la experiencia de la satisfacción”, por ejemplo), a fenómenos (sueños), cuyo carácter irreal es evidente. Es en esta perspectiva que se desarrolla el antagonismo entre estos dos principios, la realización de un deseo inconsciente que responde a otros requerimientos y funciona según otras leyes que la sola satisfacción de las necesidades vitales.

El principio de realidad fue enunciado como tal por Freud en 1911, en su obra titulada Formulación sobre los dos principios del funcionamiento psíquico. Regulador del funcionamiento psíquico, aparece secundariamente como una modificación del principio del placer, que primero reina supremo. Su establecimiento corresponde a todo tipo de adaptaciones que debe sufrir el aparato psíquico: desarrollo de las funciones conscientes, atención, juicio, memoria, nacimiento del pensamiento, etc.

Dada la existencia de estos dos principios, la búsqueda de la satisfacción no puede realizarse por los caminos más cortos, sino que se desvía y pospone su resultado según las condiciones impuestas por el mundo exterior.

Debe añadirse que, si en su desarrollo, las pulsiones de autoconservación son conducidas a reconocer plenamente la influencia del principio de realidad, por el contrario las pulsiones sexuales se «educarán» sólo con retraso. Permanecerían en el dominio privilegiado del principio del placer, mientras que las pulsiones de autoconservación representarían rápidamente las exigencias de la realidad.

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