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Enfermedad toxiinfecciosa causada por una bacteria grampositiva, el bacilo de Nicolaier o Clostridium tetani.
El bacilo de Nicolaier vive como esporas en el suelo y en los intestinos de los mamíferos. Se encuentra con especial frecuencia en el suelo de las cuadras o en los terrenos ensuciados por estiércol de caballo. Alrededor de 500.000 personas al año se infectan con tétanos en todo el mundo, incluidos menos de 10 casos al año en Francia.
Causas
El tétanos se transmite al ser humano a través de una lesión cutáneo-mucosa, ya sea que la herida sea profunda o por el contrario muy leve, incluso diminuta, como un rasguño, una picadura de rosal, una astilla, etc. En estas condiciones, la herida puede pasar desapercibida. También puede ser una lesión crónica que no llama la atención como tal, como una úlcera varicosa en la pierna.
El recién nacido puede contraer la enfermedad de la herida umbilical cuando, según la costumbre en algunos países, se aplica tierra al muñón umbilical. El tétanos comienza en este caso desde la primera semana de vida, ya que la madre nunca ha sido vacunada y por tanto no ha podido transmitir sus propios anticuerpos al niño.
Signos y síntomas
Los síntomas del tétanos están determinados por la acción de la toxina germinal, una exotoxina neurotrópica (toxina liberada al ambiente externo) (que se adhiere de forma electiva al tejido nervioso) que desencadena efectos neuromusculares (contracturas). Esta fijación es irreversible, la acción de la toxina se agota espontáneamente en 3 semanas.
Tras una incubación de 3 a 30 días, el primer signo, muy sugerente, es un trismo (constricción de los maxilares por contractura involuntaria y dolorosa de los músculos masticatorios).
Se dice que el tétanos es generalizado cuando el trismo se acompaña de contractura, también permanente, de los músculos del cuello y luego del tronco, a veces muy intensa, especialmente durante los paroxismos, que son muy dolorosos. Esta contractura da lugar a actitudes características como la del tronco en arco de círculo u opistótonos. Esta fase, denominada extensión, tiene una duración de uno o dos días y su duración es el mejor indicador de la gravedad de la enfermedad. En los paroxismos, la asfixia puede ocurrir por espasmo de la laringe o por bloqueo de la caja torácica.
Diagnostico y tratamiento
El diagnóstico se basa en el examen clínico del paciente.
El tratamiento del tétanos generalizado requiere la hospitalización en una unidad de cuidados intensivos y consiste, además del cuidado que se le debe dar a la herida si aún es detectable (desinfección, antibioterapia), en la administración de suero tetánico humano (gammaglobulinas específicas) y sobre todo en hacer renunciar a las contracturas con relajantes musculares: benzodiazepinas a dosis altas, o incluso curare en casos muy graves. El objetivo es evitar la asfixia mientras se espera el cese espontáneo de los efectos de la toxina. Estos fármacos provocan, a estas dosis, una alteración de la conciencia, buscada para minimizar los efectos del dolor y la ansiedad, pero también depresión respiratoria, que muchas veces requiere asistencia respiratoria mecánica requiriendo intubación traqueal o traqueotomía.
Evolución
La curación puede obtenerse en más del 80% de los casos, no siendo raras las secuelas: bloqueos articulares, roturas de tendones y músculos.
Prevención
La vacunación es perfectamente eficaz. Esto es obligatorio en los niños y asegura una prevención perfecta si se practica bien: 3 inyecciones a intervalos de 1 mes con refuerzo 1 año después, luego cada 10 años, sin ninguna contraindicación. Esta vacuna a menudo se combina con la vacuna contra la difteria, la tos ferina y la poliomielitis (vacuna DTPP).
En caso de sospecha de herida tetanogénica, es necesario realizar rápidamente una vacuna de refuerzo y, en caso de no vacunación previa, una inyección de suero tetánico humano (gammaglobulinas humanas).
Ver : consejos para viajeros.