Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) – Psicología

O Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una enfermedad neurobiológica con importantes componentes genéticos. Sus síntomas comienzan en la niñez y pueden persistir hasta la edad adulta. Estos pueden ser de tres órdenes:

  • hiperactividad: es el aumento de la actividad motora. La persona está inquieta y casi constantemente en movimiento.
  • impulsividad: es el deterioro del control de los impulsos. El individuo responde inmediatamente a los estímulos sin reflexionar.
  • inatención: es la incapacidad de mantener la concentración durante un tiempo prolongado, por lo que cualquier estímulo puede desviar la atención.

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Foto: Antonio Guillem / Shutterstock.com

En consecuencia, la persona con TDAH comúnmente enfrenta dificultades relacionadas con la dirección y el mantenimiento de la atención, con pérdidas relacionadas con el filtrado de estímulos irrelevantes para la tarea que está realizando.

Como lo describe el psiquiatra y autor Paulo Delgalarrondo, el sujeto con este diagnóstico tiene que organizar y completar tareas deterioradas, además de tener dificultad para controlar sus conductas e impulsos. Sin embargo, estos impasses serían mayores cuando fuera necesario un estado de vigilancia para detectar información poco frecuente, especialmente cuando no es de interés para el individuo.

Sin embargo, es importante enfatizar que identificarse con esta descripción no significa tener TDAH. El diagnóstico solo puede ser realizado por profesionales tras inferir que los síntomas están provocando desventajas competitivas y malestar funcional al sujeto. Además, es fundamental comprobar que no son provocados por otro trastorno (como dificultades sensoriales o trastornos de ansiedad).

bases neurologicas

Aunque no existen pruebas para detectar el trastorno, algunas evidencias orientan la búsqueda de sus componentes biológicos.

Los estudios de imágenes cerebrales revelan, en personas con TDAH, alteraciones en la corteza frontal y sus conexiones (DELGALARRONDO, 2000, p. 88). Sin embargo, se afirma que el principal componente neurológico relacionado con la atención es el circuito atencional cíngulo-frontal-parietal, sobre el que un número considerable de estudios confirman la disfunción (Bush, 2011).

También existen hipótesis relacionadas con la alteración de la inhibición de la respuesta. El déficit que conduce a la impulsividad implica una disfunción en las funciones ejecutivas frontales, que también están relacionadas con la atención alterna (cambios de contexto) y la atención sostenida (capacidad de permanecer concentrado en una tarea). A su vez, el autocontrol, bajo en el sujeto impulsivo y fundamental para su regulación emocional, lo ejercen los circuitos frontoestriatal y frontosubtalámico del cerebro.

Tratamiento

Los recursos para la intervención consisten en psicoterapia, medicación y terapias de apoyo.

Los medicamentos solo pueden usarse bajo supervisión médica. Sin embargo, cada caso es único, por lo que la elección del fármaco se hará en función de las particularidades de cada caso, siendo la presencia de comorbilidades (asociación con otros trastornos) una variable relevante para su definición.

El tiempo de tratamiento puede variar, siempre que sea suficiente para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del sujeto. Además, es frecuente que la conciencia de las dificultades, junto con el aprendizaje de estrategias conductuales que las minimicen, haga que el paciente sea dado de alta.

panorama de pensamiento

La educación es importante para la promoción de la calidad de vida de la persona con TDAH y de las personas con las que vive.

Con el acceso a la información, además de mejorar la autoestima de los sujetos, se aborda el estigma atribuido al trastorno. Como consecuencia, se reducirán los problemas relacionados con la autoevaluación y el tratamiento del tema como tabú.

Sin embargo, es importante no utilizar términos como «déficit de atención» e «hiperactividad» de forma peyorativa. El uso indebido de estas palabras puede restar importancia a los sentimientos de las personas que tienen estos diagnósticos.

Referencias bibliográficas:

RAFIA: 1. Dalgalarrondo, P Psicopatología y semiología de los trastornos mentales. Porto Alegre, 2000. Editorial Sur de Artes Médicas

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