Misoginia: definición, origen y relaciones entre sexismo y sexismo

Misoginia es una palabra que tiene por definición el odio a las mujeres.

El origen de este término es griego y proviene de las palabras miseó, que significa «odio», y gyné, que tiene la traducción «mujer».

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Este concepto engloba los sentimientos de desprecio, prejuicio, disgusto y aversión hacia la mujer y lo que se refiere a lo femenino.

Así, la misoginia se instala en diferentes sociedades y culturas a través de conductas agresivas, depreciación, violencia sexual, objetivación del cuerpo femenino y muerte de la mujer (feminicidio).

Relaciones entre misoginia, sexismo y sexismo

Los términos «misoginia», «machismo» y «sexismo» se relacionan en el sentido de que se sustentan en la depreciación del género femenino.

LA misoginia se ve como una enfermiza aversión a las mujeres. Tal comportamiento tiene profundas bases psicológicas, y es incluso el reflejo de una pobre elaboración de la sexualidad de quien lo practica.

En caso de chauvinismo, se presenta de una manera más naturalizada, con la idea de la superioridad de los hombres. Esta concepción repercute en la sociedad de muchas formas, incluso las más sutiles, como las bromas, por ejemplo.

La sexismo es cuando una persona cree que hay «funciones» que están destinadas únicamente a uno u otro género sexual. Por lo tanto, creen que hombres y mujeres deben desempeñar ciertos roles.

La persona sexista sostiene que los hombres deben ser más poderosos, varoniles y tomar decisiones, y que corresponde a las mujeres ser madres obedientes, amables, celosas y ocuparse de las tareas domésticas.

Historia de la misoginia en el mundo

El desprecio por el género femenino es algo que ha atravesado la historia de la humanidad a lo largo del tiempo. Su causa se debe en gran parte a un sistema conocido como patriarcal, es decir, una estructura social basada en el poder masculino.

Podemos ver la misoginia en diferentes pueblos de la antigüedad, como en la Antigua Grecia, cultura que tuvo gran importancia en la estructuración de las sociedades occidentales.

El famoso filósofo griego Aristóteles, por ejemplo, afirmó que las mujeres son «hombres imperfectos» y que deben someterse a ellos, ya que son «inferiores».

También podemos detectar rasgos misóginos en varios aspectos religiosos. En la Biblia, el libro sagrado del cristianismo, es posible encontrar pasajes donde se condena el placer sexual femenino y se ve a las mujeres como vehículos demoníacos.

La creencia cristiana también sostiene que las mujeres se originaron a partir de la costilla de un hombre y vinieron al mundo para servirle.

Ya en el Corán, un libro sagrado de la religión islámica, los fundamentos adoptan la idea de que los hombres son superiores en inteligencia y fe.

El Corán cree además que las mujeres son, en realidad, una puerta al pecado, debido a la obediencia a sus maridos, de lo contrario los hombres podrían golpearlas.

Los filósofos occidentales de renombre también expresaron pensamientos de desprecio y odio por las mujeres.

Este es el caso de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), un teórico suizo vinculado a la Ilustración y a las ideas de libertad, pero que defendía que las mujeres debían avergonzarse de las niñas y educar a la frustración para someterse a la voluntad de los hombres. .

Para profundizar en el tema, lea: Feminicidio: definición, ley, tipos y estadísticas

Sociedades matriarcales

Sin embargo, la humanidad no siempre ha estado dominada por comportamientos misóginos.

En la prehistoria, alrededor del 35.000 a. C., había poblaciones en Europa y Asia donde las mujeres eran tan valoradas como los hombres y las relaciones de género eran iguales.

Además, la figura femenina fue considerada sagrada, ya que es la mujer quien genera vida en su cuerpo. Estas culturas fueron llamadas matriarcal.

Reflexiones sobre la misoginia

Todo este cúmulo histórico de desvalorización del género femenino se ha traspasado a nuestra sociedad actual.

A través de esfuerzos, luchas y movimientos feministas, las mujeres han ganado cada vez más respeto y han llegado a ser más valoradas. Sin embargo, la misoginia sigue presente en prácticamente todas las partes del mundo, lo que crea un clima hostil para las mujeres y las niñas.

Esta hostilidad afecta a todos los géneros, traduciéndose en comportamientos agresivos dirigidos a las mujeres y una enorme presión sobre los hombres, que se sienten obligados a demostrar virilidad y potencia, sofocando sus debilidades.

Por tanto, esta forma de percibir las relaciones y entender el mundo que nos rodea solo perjudica a todos, especialmente a las mujeres, pero también al misógino mismo.

Para obtener información sobre un tema relacionado, lea: Discriminación

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