Oráculos – Mitología y Filosofía

O oráculo interpreta lo dicho, porque no produce nada para ser reconocido, sino para ser interpretado. Dice una verdad que acepta interpretación y alteración por parte de aquellos que toman conciencia de la verdad que se ha dicho, quienes pueden así intentar controlar el destino.

Quienes escuchan al Oráculo saben que lo que se ha dicho debe interpretarse correctamente. Si es una vergüenza, intentarán evitarlo, pero si es bueno, harán todo lo posible para que no haya nada que impida que suceda el pronóstico. Sin embargo, el discurso del oráculo, incluso si es simple, debe interpretarse con cuidado y correctamente.

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Normalmente, en las narraciones sobre los oráculos, lo que se ha dicho, en realidad sucede, pero de forma inesperada. Aun así, no se sabe si lo dicho, realmente sucedió, dado que, luego del desenlace, se puede interpretar lo ocurrido como la verdadera advertencia del oráculo.

Un ejemplo es el de Sócrates quien, al escuchar lo que dijo el Oráculo, afirmando que es sabio, se propone negar tal afirmación. Buscando a los más sabios, interpreta que lo que concluyó el oráculo no fue la misma conclusión a la que llegó inicialmente. Al principio, Sócrates interpreta que no sabía, pero al menos sabía que no sabía, mientras que muchos otros aseguraban saber cosas que, de hecho, no sabían. A una edad más avanzada, Sócrates concluye que la interpretación correcta que hizo el oráculo fue que filosofó como filosofó, haciendo que toda la ciudad se cuestionara a sí misma.

Sócrates, al final de su vida, interpreta que eso es lo que el Oráculo de Delfos quería de él. Entonces, lo que decía el oráculo era cierto, pero no como pensaba Sócrates. El oráculo confirmó la verdad de que, al final, Sócrates fue el más sabio, cuando dice que ser sabio no era responder preguntas sino hacer preguntas. Por eso, para Sócrates, la frase con la que uno es sabio es “una vida sin examinar no vale la pena vivirla”.

La verdad del oráculo sitúa a quien se da cuenta de ella, en el arte de la interpretación, que es una obra que muchas veces crea la verdad, vista en la interpretación final, y no la descubre. La verdad dicha por el oráculo se interpreta, a través de la práctica de lidiar con lo dicho, es decir, si es malo, tratar de refutarlo, si es bueno tratar de hacer que suceda. Al final, la verdad del oráculo es una verdad fabricada, cuya interpretación depende de las personas que reciben el mensaje.

Fuente: http://portal.filosofia.pro.br/o-que-sao-profetas-e-oraculos.html

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