Tabla de contenidos
Modificación de la dieta habitual con fines terapéuticos (en caso de diabetes, gota, obesidad, etc.) o para cubrir necesidades fisiológicas específicas (embarazadas, deportistas, ancianos, etc.).
La prescripción de una dieta consiste en elaborar una lista de alimentos prohibidos o restringidos y alimentos autorizados en cantidades definidas para el paciente, junto con consejos sobre su preparación, cocción, distribución, etc. Una dieta solo se puede seguir, durante un largo período y con éxito, si se explica completamente al paciente, se adapta a su estilo de vida y a sus preferencias alimentarias, respetando las indicaciones médicas. El dietista juega aquí un papel fundamental.
Indicaciones
Gracias a los avances en el conocimiento de las enfermedades y en la farmacología, la prescripción de regímenes terapéuticos ha evolucionado: ha disminuido el número de condiciones para las que realmente son imprescindibles y muchos regímenes antes muy severos, como la dieta sin sal o la dieta. dieta. de los diabéticos, son actualmente más flexibles. En la actualidad, las dietas que se prescriben con más frecuencia son las dietas hipocalóricas (o hipoenergéticas) para el tratamiento de la obesidad, las dietas para la dislipidemia (hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia) y la diabetes. Ciertas enfermedades metabólicas raras, como la intolerancia a un aminoácido (leucosis, fenilcetonuria) oa un azúcar (galactosemia), y determinadas alergias (intolerancia al gluten, a las proteínas de la leche de vaca) requieren dietas muy estrictas. También es muy común prescribir a un sujeto que acaba de someterse a una cirugía digestiva una dieta caracterizada tanto por un cambio en la textura del alimento (líquido, mixto, sólido) como por una ampliación paulatina de la elección de alimentos autorizados (dieta más o menos rico en fibra, en particular). Ciertas enfermedades renales (síndrome nefrótico, insuficiencia renal, etc.) también requieren el control de ciertos nutrientes como agua, proteínas, sal, potasio, etc.
Procedimiento y efectos indeseables
En todas las circunstancias, la dieta, que forma parte del tratamiento médico general, sigue siendo responsabilidad del médico. Además, cualquier dieta debe ser primero objeto de una evaluación: si bien las dietas generalmente brindan una ayuda eficaz en el tratamiento de enfermedades, a veces pueden ser más peligrosas que útiles (riesgo potencial de desnutrición en un paciente, una persona mayor, por ejemplo). Cabe destacar también que un gran número de mujeres están muy atentas a la cantidad de calorías que ingieren y que muchas veces absorben menos de 1.500 kilocalorías al día, si estas dietas restrictivas se prolongan, aparecen deficiencias en ciertos nutrientes.
Dieta para adelgazar: el fracaso programado
Más de un centenar de dietas, más o menos desequilibradas y en ocasiones excéntricas, prometen a las mujeres, pero también a los hombres, adelgazar. Todos ellos han sido en un momento u otro objeto de promociones mediáticas o comerciales. A corto plazo, de dos semanas a tres o cuatro meses, todas estas dietas para bajar de peso son efectivas y la pérdida de peso es mensurable. Pero a largo plazo, más allá de un año, todos los estudios epidemiológicos muestran que el 95% de los seguidores han recuperado su peso inicial y muchas veces algunos kilos de más, lo que les lleva a un nuevo intento que terminará de la misma forma: es el fenómeno inevitable conocido como el yoyo. De dieta a régimen y desde el primer intento, el peso básico aumenta.
La explicación de este fallo programado proviene de la selección genética realizada en nuestros antepasados durante decenas de milenios marcados por la alternancia de periodos de escasez o hambruna y periodos de relativa abundancia. Solo aquellos que pudieron almacenar reservas después de una hambruna sobrevivieron a la próxima hambruna y transmitieron esta capacidad a sus descendientes. Los genetistas han descubierto así genes («recolector-cazador», «ob», descritos en 2002 en la revista de referencia estadounidense Naturaleza) que promueven el almacenamiento de reservas en épocas de desnutrición. Cualquier dieta restrictiva simula una hambruna y estimula estos genes. Por tanto, parece que la única forma de perder peso de forma sostenible sin aumentarlo es manteniendo una dieta diversificada y equilibrada de alrededor de 2.000 calorías diarias y aumentando el gasto energético mediante la actividad física regular.
Dieta mediterránea: el modelo
Tras numerosos estudios sobre sus efectos beneficiosos o preventivos, en particular a nivel cardiovascular, en 2003 la Comisión Europea adoptó la dieta mediterránea o dieta cretense como modelo de dieta para toda Europa. En prevención primaria (antes de cualquier incidente cardíaco) o secundaria (después de un primer infarto), la dieta mediterránea ha demostrado ser claramente superior a los tratamientos farmacológicos destinados a reducir los niveles de colesterol.
La dieta mediterránea es baja en ácidos grasos saturados y sal, rica en ácidos grasos insaturados que incluyen omega-3, carbohidratos, fibras vegetales, vitaminas y antioxidantes. El aceite de oliva, que puede alternarse con el aceite de colza, es la principal grasa para cocinar y condimentar.
Esta dieta incluye cereales diarios (pan, pasta, bulgur, arroz) o patatas, legumbres (frijoles, lentejas, garbanzos), verduras frescas, algunas de las cuales se sirven crudas en ensalada, frutas y verduras frescas. Frutos secos (almendras, nueces) ), queso de cabra o de oveja, una o dos copas de vino.
A lo largo de la semana, la proteína la aportan pescado (dos o tres veces), aves, huevos y poca carne (una vez). Los postres dulces solo reemplazan la fruta dos o tres veces.
Ver : dietético.