Tejido hematopoyético – Histología –

O tejido hematopoyético (del griego hematos, sangre y poesía, formación, origen) es un tipo de tejido conectivo responsable de la producción de células sanguíneas y linfáticas, y se encuentra dentro de algunos tipos de huesos. Este tejido es el precursor de la médula ósea roja.

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Durante la niñez, la mayoría de los huesos del cuerpo tienen este tipo de médula; en la edad adulta, la médula roja se encuentra principalmente en los huesos pélvicos, el esternón, las costillas y la clavícula. En la etapa embrionaria, las células sanguíneas se forman en el bazo y el hígado.

La médula ósea está dotada de fibras reticulares y células madre medulares. Estas células son multipotentes (o pluripotentes), es decir, pueden dar lugar a diferentes tipos de células sanguíneas y son descendientes de células madre embrionarias. Las células madre embrionarias son totipotentes, es decir, no solo dan lugar a células sanguíneas, sino también a cualquier otro tipo de célula del organismo.

La multiplicación de células madre produce tanto células hijas que se comportan como células multipotentes como células que se diferencian en varios tipos de células sanguíneas. En una primera fase de esta diferenciación, las células madre dan lugar a dos líneas celulares: células madre mieloides, y células madre linfoides. Las células madre mieloides dan lugar a glóbulos rojos (glóbulos rojos o eritrocitos), plaquetas (o trombocitos) y leucocitos (glóbulos blancos), como neutrófilos, basófilos, eosinófilos y monocitos. Las células madre linfoides, por otro lado, dan lugar a linfocitos B y T.

En los mamíferos, los linfocitos B se diferencian en la propia médula ósea. En el caso de los linfocitos T, sus células precursoras se mueven desde la médula ósea hasta el timo, donde se completa la diferenciación. El timo es un órgano ubicado en el esternón con tejido linfoide.

La sangre humana está compuesta por: plasma, glóbulos rojos, leucocitos y plaquetas. El plasma es una solución acuosa de sustancias como proteínas, hormonas, gases, nutrientes, sales y excreciones, y su función es transportar estas sustancias por todo el organismo, lo que permite que las células reciban los nutrientes necesarios para el metabolismo y expulsen metabolitos tóxicos.

Los glóbulos rojos son las células más abundantes en la sangre, están anucleados (su núcleo se pierde durante la diferenciación celular), bicóncavos y provistos de moléculas de hemoglobina, una proteína que le da a la sangre un color rojo. Los glóbulos rojos se producen en la médula ósea roja a partir de eritroblastos, células originadas por la diferenciación de células madre mieloides y su producción está dictada por la acción de la hormona eritropoyetina, secretada por los riñones. Los glóbulos rojos son responsables del intercambio de gases en el cuerpo.

Los leucocitos son células esféricas, nucleadas, de mayor tamaño que los glóbulos rojos. La función principal de los leucocitos es proteger al organismo frente a infecciones por microorganismos u otros cuerpos extraños (partículas, toxinas, etc.) que ingresan a los tejidos. Cada tipo de glóbulo blanco tiene un papel específico en la lucha contra las infecciones.

Las plaquetas son fragmentos citoplasmáticos que se originan en la médula ósea roja a partir de megacariocitos, que se originan a partir de células madre mieloides. Las plaquetas juegan un papel clave en la coagulación de la sangre.

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Referencias
AMABIS, José Mariano, MARTHO, Gilberto Rodrigues. Biología Celular. São Paulo: Moderno, 2004
Foto: http://nctc.fws.gov/EC/fish/fi/0000000b.htm

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